Los restos óseos encontrados en un botadero en Cachí, en Paraíso de Cartago, en Costa Rica pertenecen a Allison Bonilla Vásquez, la joven de 18 años desaparecida desde la noche del 4 de marzo de este año, cuando volvía a su casa.
Los restos óseos fueron identificados gracias muestras de ADN que los expertos forenses extrajeron del hueso del fémur encontrado.
Sobre este caso, la Policía Judicial detuvo el 2 de septiembre a un vecino de apellido Sánchez Ureña, quien luego confesó haberla secuestrado, violado y asesinado porque “estaba obsesionado con ella”.
El sospechoso recibió 6 meses de prisión preventiva en ese momento, sin embargo, el 28 de septiembre se retractó y aseguró ser inocente.
La confirmación surge luego de que el pasado domingo rescatistas, contratados por la familia de la Bonilla, encontraran unas prendas de vestir, las cuales fueron reconocidas por familiares de la joven.
El jueves pasado, el OIJ encontró una vértebra y dos costillas en una nueva incursión en el lugar.
Caso Allison Bonilla
El crimen que ha conmocionado a Costa Rica y varios países desde marzo, hoy se ha resuelto luego de varios meses de investigación y tras encontrar los restos óseos de la chica.
Se trata del caso de Allison Bonilla, el abogado de la familia Rodrigo Araya, indicó que quien había sido detenido y considerado sospechoso por la desaparición de la joven, confesó haber abusado sexualmente de ella dos veces y luego matarla con sus propias manos.
El sujeto de apellido Sánchez Ureña de 28 años, y conocido como “Sukia”, rindió su declaración durante la tarde de hoy.
“Aceptó que él fue quien le dio muerte a Allison, argumenta en su declaración que la interceptó cuando ella venía de la parada de buses y se la llevó a una finca, abusó sexualmente de ella, la golpeó hasta que murió, una vez fallecida la metió en la cajuela de su carro”, describió Araya.
“Las motivaciones del crimen fueron por una obsesión sexual, la golpeó en la cabeza”, describió el abogado.
La madre de la víctima soltó en llanto cuando el sujeto describió lo que le hizo a su hija, e insiste en que debieron de haber más involucrados en el crimen.
Cabe mencionar que un rastro de sangre dentro de un vehículo fue la pieza clave para vincular a Sánchez Ureña con la desaparición de la joven así como del posible asesinato de Bonilla.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) dio a conocer que los trabajos de investigación permitieron establecer que el acusado fue el último en tener contacto con la joven de 18 años, precio a que se perdiera el rastro de su paradero.
MGL