La implosión de Morena era algo que estaba claro que tenía que suceder. Aunque es un hecho que nadie esperaba que el canibalismo se desatara tan rápido como el segundo año de Gobierno de la 4T.

El Movimiento de Regeneración Nacional no es otra cosa que el caparazón institucional del carismático presidente Andrés Manuel López Obrador.

Obligado a competir bajo las reglas orgánicas, necesitaba de un partido político para conseguir su objetivo. Una vez logrado, la erosión que vemos de Morena puede ser parte de la misma estrategia de desmantelamiento institucional que México.

Los que ahora pelean por la dirigencia de Morena lo hacen por sus propias aspiraciones, por los proyectos de sus tribus. Quizá olvidan que desde Palacio Nacional la condición que se impone para la bendición a cualquier candidatura es el respaldo incondicional al proyecto. Para el nivel de elevación que cree hoy tener la 4T, las siglas partidistas hoy pueden ser lo de menos.

Hace poco más de un año el presidente López Obrador le advirtió a su partido que si se echaban a perder, no solo se salía de Morena, sino que también les quitaba el nombre.

Está claro que, si el Presidente tiene el control de todas las oficinas de su Gobierno, si controla el presupuesto, si no da margen para que nadie tenga autonomía de gestión en muchos organismos llamados autónomos. Si tiene las riendas de sus mayorías en el congreso y si se nota su mano en no pocas decisiones judiciales, obviamente querrá orden en su partido.

Por ahora Porfirio Muñoz Ledo llegó a darles una sopa de su propio chocolate. El discurso del octogenario político de que no importa que se gane con un solo voto, que hay que respetar los resultados, es un golpe a la memoria de la presidencia legítima de López Obrador, quien justamente no respetó una votación que le resultó adversa en 2006.

Pero lo más paradójico de todo es que Muñoz Ledo solo nos recuerda las reglas básicas de la democracia a los que no saben perder, cuando él ni siquiera participó en un proceso de votación, sino en una encuesta.

Y en ese ejercicio demográfico no hay votos, hay una muestra con un margen de error que claramente marca que ni Muñoz Ledo ni Mario Delgado resultaron ganadores. Marca que este procedimiento se tiene que reponer para tratar de obtener un resultado que supere ese margen de error propio de una consulta entre no más de mil 500 personas.

Esta crisis que vive Morena no es culpa del Instituto Nacional Electoral, que se vio forzado a coordinar la consulta, no es responsabilidad de las tres reputadas casas de consulta, es resultado de amalgamar intereses tan diversos en torno a una institución que se alimenta de un solo hombre quien ya cumplió su objetivo.

La crisis del partido del Presidente puede fortalecer al resto de los partidos políticos satélite de la 4T o puede meter en una buena crisis institucional al país. Empezando por las decisiones legislativas pendientes.

                                                                                                                         @campossuarez