Claro que en la 4T quisieran que todas las ocho columnas de México se alinearan con el reclamo de que nos regresen el penacho de Moctezuma.
El Gobierno hace malabares para distraer con este tipo de temas, o la rifa del avión, y si no lo consigue, presiona. Lo que sea para evitar que sean temas de discusión entre sus bases la realidad de una pandemia mal administrada y una crisis económica agravada.
Las historias de corrupción del pasado funcionan, porque vaya que las hubo. Pero la manera de contar muchos de esos relatos empieza a sufrir la suerte de Pedro en el cuento aquel del Lobo. Se vuelven escándalos estridentes que después se desinflan por falta de pruebas.
Nada como el ejemplo del caso de Emilio Lozoya y su estreno espectacular con la promesa de una veintena de videos incriminatorios de los personajes de más renombre del sexenio pasado, con torres completas de documentos probatorios. La bomba atómica acabó en un pequeño cohete chiflador que se ha apagado por completo.
Puede ser que ese caso se esté reservando para mejores tiempos electorales y veamos la segunda temporada de Emilio el Delator o bien que ante el revire de los videos del hermano del Presidente cometiendo claros delitos electorales, hayan preferido que de ese tema ya no se diga ni Pío.
Porque una cosa es combatir la corrupción del pasado y otra muy diferente es ver cómo se agolpan los corruptos este sexenio y entonces la 4T calle como momia.
Todos los shows matutinos, los malabares en la pantalla de la conferencia, las ocurrencias declarativas, todo tiene un objetivo: tapar las verdaderas ocho columnas de la desgracia que vive México: la pandemia y la crisis económica. Las muertes y el desempleo, que son sus dos más nefastas manifestaciones en la población.
El mal manejo de la epidemia del Covid-19 en México, en un país al que le han faltado pruebas para detectar casos, pero han derrochado arrogancia sus responsables. Un Gobierno que subestima las cifras de enfermos y muertos, pero que sobredimensiona a los políticos que de manera tan torpe han querido mostrar un éxito en el control de la enfermedad que es una gran mentira.
La crisis económica, que empezó con la recesión de 2019, antes del primer caso de coronavirus en México y que se ha agravado por la cerrazón o la incapacidad de entender el tamaño del problema que enfrenta el país, es algo que resulta inocultable en la mesa de millones de mexicanos. Pero que prefieren que no se tenga como tema presente de conversación.
Es tan profunda y tan extendida la caída económica que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha renunciado al mundo de las otras cifras. Mientras menos referencias haya a los temas económicos, menos complicaciones puede tener en sus mañaneras.
Hay medios dedicados a la alabanza presidencial, otros que tienen el objetivo contrario. Qué bueno que así ocurra en un país que sigue siendo libre.
Pero la pandemia y la crisis económica serán por muchos años los temas centrales, las ocho columnas, de nuestro país.
@campossuarez