El tema del general Salvador Cienfuegos es muy importante, sin duda, para la gobernabilidad del país.
Pero eso no debería distraernos de la doble desgracia que viven los habitantes de Tabasco y Chiapas, estado al que el presidente López Obrador no le ha tirado ni un lazo.
La prueba de que ni el Gobierno federal ni el estatal en Tabasco tienen una idea de cómo enfrentar la crisis humanitaria -salud, economía, política- que vive el estado está en el hecho de que ni siquiera tienen idea de cuántos damnificados hay.
Según el secretario de Bienestar, Javier May Rodríguez, a partir del 23 y hasta el 6 de diciembre se levantará un censo de damnificados.
Eso no es lo peor.
Lo peor es que el funcionario dijo que esperaba que para el 20 de diciembre los damnificados estuvieran recibiendo un chequesote de ¡8 mil pesos! para reparar sus casas más unos vales para electrodomésticos.
O sea, tendrán que esperar un mes más para recibir ayuda y encima ésta será raquítica.
El secretario May podrá decir que no es albañil para saber el costo del cemento, de los impermeabilizantes, de la pintura, de la tonelada de grava y arena, de las varillas y de todo lo que se necesita para reparar una vivienda.
Sin contar el costo del mobiliario que cada familia perdió, por poco que fuera, el monto de la ayuda prometida -ojo, prometida-, alcanzaría, si ese fuera el destino, para comprar un refrigerador mediano, indispensable en cada hogar de la zona.
Esta administración desapareció el Fonden bajo la premisa de que solo servía para enriquecer a algunos proveedores que vendían con sobreprecio.
Pero, pese a las promesas presidenciales, no han encontrado el método para hacer llegar rápidamente la ayuda que la gente necesita.
Lo menos que pudo hacer el Gobierno federal, ya que había decidido inundar los municipios de Centla, Nacajuca, Macuspana y Jalpa, era haber desalojado a la población a tiempo pero ni siquiera eso pudieron hacer.
Ahora la tragedia es doble: inundados, a merced de todas las enfermedades tropicales y con la esperanza lejana de que en diciembre les llegará un cheque que les servirá para poco.
O para nada.
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El senador Ricardo Monreal reconoció lo que era un secreto a voces: que en la cúpula militar había malestar -se le puede decir de otra manera menos sutil- por la detención del general Salvador Cienfuegos en Estados Unidos.
La molestia tenía que ver efectivamente por las formas, pero también con las primeras reacciones del Gobierno mexicano, especialmente del presidente López Obrador, que sin esperar a que el militar fuera juzgado al día siguiente anunció una “limpia’’ en la Secretaría de la Defensa, lo que alimentó una mala imagen de la dependencia.
Como sea, la historia tendrá muchos más capítulos, si es que se decide abrir una investigación contra el general aquí en México pues las pruebas que entregó la Fiscalía de EUA a la nuestra nunca fueron conocidas y, al amparo de nuestras leyes, podrían ser hasta ilegales en el caso de grabaciones que no hayan sido avaladas por la firma de un juez.
A esperar.
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Ayer le comentamos en este espacio sobre la asociación que hicieron PAN, PRI, lo que queda del PRD y un partido local en Baja California para competir por la gubernatura, o sea, para enfrentar a Morena.
El esquema se replicará en varios estados porque las dirigencias nacionales de PAN y PRI -y lo que queda del PRD-, entendieron que de otra manera será imposible derrotar a los que desde ya llaman “candidatos del Estado’’.
LEG