Ángel Álvaro Peña

Ante la mirada vigilante de la sociedad, el Instituto Nacional Electoral comienza a dar palos de ciego antes de que se descubra sus manejos poco transparentes en materia de presupuesto, porque no son pocas las contradicciones en las que ha caído y sólo ellos saben las intenciones que esconden en cada declaración que muchas veces parecen innecesarias.

Así, el consejero presidente aseguró que los comicios del pasado 18 de octubre en Hidalgo y Coahuila no fueron factor que modificara la curva epidemiológica de Covid-19, no tendría por qué serlo si hubo vigilancia de parte del INE para mantener las medidas preventivas como guardar distancia, utilizar cubrebocas y aplicación de gel.

Semanas anteriores había dicho que podría utilizarse la urna electrónica para evitar el posible contagio en las casillas, incluso se emplearon algunas de ellas en diferentes distritos de Coahuila, prueba que implicó un gasto extra en las erogaciones del INE para las elecciones pasadas; sin embargo, nunca informaron públicamente sobre el costo de esas urnas electrónicas ni dieron cuenta de cómo se realizó la adquisición y en qué términos quedaría el mantenimiento de dichas urnas.

Los consejeros del INE no se mandan solos, menos aún cuando la empresa que vende las urnas electrónicas está relacionada con la familia Calderón Zavala, y es subsidiaria de las urnas cuestionadas en las elecciones de Estados Unidos.

Pero por esos mismos días surgió la necesidad de que se añadiera una boleta para llevar a cabo una consulta pública, con el fin de determinar la aceptación o rechazo de la política de la actual administración, y dijeron no tener dinero para realizar dicho cuestionamiento en las boletas.

Sin embargo, siguen pugnando por establecer más urnas electrónicas sin hablar del monto que esto implica, como si el costo fuera mínimo, no sólo para la jornada electoral sino para conservar dichas máquinas en buen estado. Cómo llevarán a cabo un mantenimiento permanente a esas urnas, es un secreto de los consejeros electorales.

O sea que hay dinero para alquilar o comprar urnas electrónicas, pero no hay para añadir una boleta más en las próximas elecciones, cuyo padrón todavía no llega a 100 millones, por lo que se estarán imprimiendo 100 millones de boletas extras, no más. Pero la visión de los consejeros parece tener intereses muy personales en el asunto.

Los consejeros del INE lo mismo dicen una cosa como dicen otra, sin darse cuenta de que muestran su inestabilidad en el cargo del que debieron ser removidos desde hace mucho tiempo. Hace falta una reforma electoral donde intervenga el Congreso y ellos sólo obedezcan, porque ahora los consejeros electorales se consideran con las atribuciones suficientes como para condicionar el género de los candidatos de los diferentes partidos, y así afirmar que si son 15 gubernaturas en disputa, por lo menos siete deben ser mujeres, cuando hay un precepto más sólido y antiguo que esa paridad de género que consiste en que el objetivo principal de los partidos políticos es luchar por obtener el poder. No se aclara si a través de la equidad entre hombres y mujeres.

Los consejeros quieren vivir en un mundo ideal cuando todavía el modelo artesanal de las elecciones no se perfecciona ni llega a tener siquiera credibilidad.

Aunque pudiera ser una idea a futuro, cuando todos los partidos políticos cuenten con sus escuelas de capacitación política. El momento de esa paridad de género no ha llegado y, sobre todo, que ese condicionamiento a la cuestión de género corresponde a diputados y senadores.

La autoridad electoral debe tener una responsabilidad precisa, sin tanto protagonismo, con más aportaciones a la democracia y mayor compromiso con la sociedad; sin embargo, parece una pasarela de reina de la primavera para darse a conocer como futuros conferencistas que cobran en dólares, o presidentes de futuras consultorías que sólo reflejan el pasado, o simples candidatos a puestos de elección popular que el futuro podría ofrecerles dentro de los partidos políticos que ayudaron a constituirse como tales.

Los consejeros electorales no tienen llenadera, fueron los primeros en protestar por la reducción de salarios, los más reticentes a la hora de aceptar los triunfos electorales de la izquierda, los más conservadores cuando se trataba de modernizar el sistema electoral. Ahí están más de 100 motocicletas Harley Davidson, con un costo de más de 100 mil pesos cada una. Los 116 vehículos que simplemente desaparecieron de sus estacionamientos y nadie ha señalado culpables.

Se trata de una autoridad electoral sin autoridad, pero que tiene la posibilidad de que los diferentes grupos políticos y corrientes ideológicas tomen sus declaraciones como insumo para violentar el ambiente político no sólo en el Congreso sino en las campañas que ha dejado de regular y sancionar el INE.

La práctica cotidiana de los consejeros del INE no fortalece la democracia, nutre el caos y enriquece la confusión, sobre todo por su marcada tendencia al conservadurismo y a la discriminación. PEGA Y CORRE. – Los procesos electorales en Nuevo León llevaban un camino pacífico hasta que el gobernador intervino a través de sus grupos de choque para tratar de reventar reuniones de los partidos en coalición y alianzas. El Bronco está preocupado, de no resultar ganador el partido que lo protege puede que no esté mucho tiempo impune. Por eso sabotea y violenta… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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