Sus aspiraciones son a quedarse muchos años en el poder, pero si eventualmente son derrotados en las elecciones, más de uno de los integrantes de la 4T podrían montar una empresa de demolición y sus cartas de presentación serían excepcionales.

La capacidad de acabar con lo establecido es incuestionable en este Gobierno, incluso alcanzan un grado de excelencia. El problema es que no hay a cambio una solución alternativa que sea viable.

El ejemplo más gráfico de esa capacidad de destruir fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco. Una obra con el 40% de avance, ubicado cerca de sus usuarios y que permitía a México resolver un añejo tema de saturación de un viejo aeropuerto que es inviable. Un aeropuerto que habría sido útil, sobre todo para este Gobierno.

Los expertos en devastaciones decidieron cancelar la obra, perder dinero y a cambio parchar un aeródromo militar que está muy lejos de sus usuarios y a un costo que será un secreto. Y, de paso, ese gesto tan autoritario como ilógico devaluó al peso por la muestra de que los caprichos valían más que las razones.

Y a partir de ahí la lista de derrumbes es enorme y pasa lo mismo por la reforma educativa del sexenio pasado que por la extinción de los fideicomisos sin reemplazo alguno.

Se desmantela el Seguro Popular con la promesa de llegar a un sistema de salud como en Dinamarca y llegamos a la fecha prometida con carencias nunca antes vistas.

La aniquilación de lo existente pasa por dejar de comprar medicamentos y no tener un mecanismo de sustitución listo para evitar que durante dos años niños con cáncer se queden sin tratamientos.

Y en materia económica, ni hablar. La desconfianza de los agentes económicos en las acciones de Gobierno es anterior a la pandemia. La caída en la Inversión Fija Bruta, en los índices de confianza de empresarios y analistas tienen que ver con esa propensión a dinamitar lo existente sin que se vea la pericia, o al menos el deseo, de construir algo viable sobre las ruinas de lo destruido.

De los cinco trimestres consecutivos que cayó el Producto Interno Bruto en México en lo que va del sexenio solo uno corresponde a los efectos de la pandemia, ciertamente el peor, pero los otros cuatro son el reflejo de las fallidas políticas de Gobierno.

México dejó de lado diez años consecutivos de crecimiento económico por esos marros con los que tundieron las estructuras existentes del país y ante la falta de cualquier construcción sustituta.

Y el plan de destrucción continúa y la demolición tiene la probabilidad de extenderse a los cimientos estructurales de muchos de los principios legales. Ese es el plan confeso a aplicar por parte de la 4T a partir de este año tres y en adelante.

La lista de lo destruido sin un reemplazo medianamente aceptable es enorme y se acumulará el resto de este Gobierno hasta que sea evidente ante los ojos incluso de los más entusiastas que hoy siguen nutriendo la popularidad presidencial.

                                                                                                          @campossuarez