ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña
La fe mueve montañas, pero también conciencias y en México los peregrinos de la Virgen de Guadalupe, hasta ahora vistos por algunos como nacos o pueblo simple y sencillo, dieron una lección de humanidad al mundo.
En su sabiduría innata el pueblo entiende que no hay que confundir la salud, la vida, la fe con la política. Son parte esencial del ser humano, pero no pueden juntarse. Revolver los conceptos implica hacer el juego político social a alguien, a algo, y la gente supo siempre que no llegar a la Basílica de Guadalupe, como cada año se hace, no era un asunto de falta de fe, pero sí de previsión para la salud.
El hecho de que algunos quisieron politizar la situación y creer que con esto las autoridades de la capital y del país serían seriamente rechazadas fue una simple ilusión de los opositores que no conocen al pueblo, y no lo conocen porque voluntariamente se han alejado de él. Así, pueden suponerse muchas acciones que finalmente nunca se realizaran, pero es consecuencia de rechazar a los integrantes de una sociedad profundamente creyente y profundamente mexicana.
México tiene en su pueblo el mejor maestro, la sabiduría acumulada por el silencio que le impusieron por muchos años se expresa en todas y cada una de sus conductas, pero hay quienes todavía no aprenden a leer la realidad de nuestro país, que es su propia realidad. Una realidad que han menospreciado y rechazan por no ser lo sofisticado y elegante que ellos quisieran.
El aviso de las autoridades capitalinas sobre el cierre de la Basílica de Guadalupe no provocó un golpe de Estado o una revuelta o una queja airada como algunos pronosticaban. Hubo un razonamiento maduro, sabio, consciente, humano y lleno de fe.
Más de siete millones de personas vistan la Basílica de Guadalupe cada año. Es el segundo altar más visitado del mundo, después de La Meca, en Arabia Saudita, donde llegan más de 13 millones de fieles anualmente; sin embargo, en ningún país del mundo hubo tanta conciencia como en México, respecto a las precauciones adoptadas para evitar el contagio.
Los peregrinos guadalupanos tienen muy presente que la fe es tan propia y profunda que está en cada uno de ellos. La Virgen de Guadalupe es también parte de nuestra identidad, la idiosincrasia mexicana tiene en la religión y en la guadalupana parte esencial de nuestro ser. Así, ante la conciencia del momento que se vive, con una pandemia mortal, los peregrinos de la Basílica de Guadalupe no salieron de su lugar de origen, pero lo más importante no hubo quejas ante la conciencia de que se trataba de una instrucción de salud que salva de la enfermedad, y probablemente de la muerte, a los asistentes.
La fe no es un sentimiento irracional, como algunos alejados del pueblo quieren verla. El hecho de que ellos sólo tengan fe en el pasado no implica que puedan conocer en realidad a la gente a la que le piden el voto cada vez que hay elecciones. La fe está en el pueblo y el pueblo sabe exactamente lo que le conviene. Conoce la realidad y el peligro, la verdad y la convicción de ser mexicanos.
Política, fe y salud tienen un lugar muy preciso en la conciencia de los verdaderos mexicanos y en el aquí y el ahora. Están ubicados en la realidad y no se basan en supuestos pesimistas ni en pronósticos superficiales. La especulación social de algunos opositores intentó politizar el hecho, y el pueblo les dio una lección que deben aprender de memoria. No acataron las medidas de salud porque apoyen al gobierno, tampoco porque lo rechacen por haberles cerrado su más importante centro de fe. Están convencidos los peregrinos que de llegar al punto donde se reúnen todos los años, el contagio puede convertirse en una verdadera catástrofe que multiplicaría los enfermos por todo el país. Se convirtieron en un ejemplo claro y puntual de muchos que ahora parecieran tener hambre y sed de fiestas y buscan la manera de celebrar y evadir esa realidad que se han negado a entender.
El auténtico pueblo está alerta porque siempre debió estarlo. La realidad de un país como México obligó a la gente a estar atentos a la realidad que saben cambiar de un minuto a otro. De ahí parte buena parte de su sabiduría.
En un mundo de intereses que se acumulan gracias al esfuerzo del pueblo, de los trabajadores, de los obreros, la población ha aprendido a golpe de explotación, discriminación, saqueo, que en México somos todos hermanos, a excepción de aquellos que quieren ver en la hermandad un pretexto para tener y mantener privilegios.
El cierre de las instalaciones de la Basílica de Guadalupe se convirtió en un acto de fe, de conciencia y de ejemplo para todos los mexicanos, incluso para el mundo. El conocimiento de la realidad implica disciplina, pero no obediencia; amor al prójimo, pero no sumisión ante nadie. Es por ello por lo que estamos ante un hecho histórico que los mexicanos debemos conocer y entender porque tiene que ver con nuestras raíces, con nuestro presente y con nuestro futuro. PEGA Y CORRE. – A pesar de la emergencia sanitaria los sindicatos de empresarios presionan al gobierno de la Ciudad de México para que abran más tiempo y sin restricciones. Esto lo hace la cúpula de la CANACO más como postura política que como necesidad económica. Ahora quieren algo suicida, que se cierren las calles para que los capitalinos caminen y que así puedan hacer más compras… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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