Al menos 63 indignados fueron arrestados este fin de semana en varios intentos de desalojo de los campamentos que se han multiplicado en Estados Unidos durante enfrentamientos que acabaron con el cierre de cuatro de ellos.
La madrugada triunfal que vivieron los manifestantes del movimiento “Occupy Wall Street” en Portland (Oregón), después de haber resistido a un primer intento de evacuación, se truncó a las pocas horas, cuando la policía logró llegar a las dos plazas ocupadas y desalojarlas, informó el diario local The Oregonian.
Ese cierre se sumó al de los campamentos de Salt Lake City (Utah), disuelto la madrugada del domingo, y los de Saint Louis (Misuri) y Denver (Colorado), desmantelados el sábado.
Aunque las autoridades de Portland no han proporcionado aún cifras de detenciones, los otros tres desalojos han provocado al menos 63 arrestos, con 19 en Salt Lake City, 27 en Saint Louis y 17 en Denver, según medios locales de esas ciudades.
En Portland, miles de simpatizantes se acercaron la noche del sábado a las dos céntricas plazas en las que acampan los manifestantes para bloquear el tráfico en las calles adyacentes e imposibilitar las maniobras de desalojo, justificadas por el supuesto uso de drogas en el campamento.
Alrededor de las 02.00 hora local (10.00 GMT) un policía resultó herido por un proyectil lanzado por un manifestante, que fue arrestado y acusado de alteración del orden público y agresión a un funcionario de seguridad.
Pese a que ese incidente agravó la tensión y la policía llegó a amenazar con emplear agentes químicos contra los manifestantes, el movimiento consideró la noche una victoria.
“Hemos ganado. Nos estaban evacuando y nos hemos quedado”, dijo a The Oregonian el universitario Madison Dines, de 25 años. “Esto ha revitalizado nuestro movimiento”, agregó.
Cuando el grupo se redujo, hacia el mediodía, y la policía logró llegar al parque, los cabecillas de la protesta comenzaron a instruir al resto de manifestantes a desplazarse a un parque cercano, por lo que la resistencia al desalojo fue escasa.
En Salt Lake City (Utah) las autoridades también lograron aplicar la orden de disolución que emitieron después de que un indignado muriera el viernes en una tienda de campaña por una supuesta combinación de abuso de drogas y contaminación por monóxido de carbono, según informa hoy el diario local Deseret News.
Una vez limpiado el parque, las autoridades aseguran que permitirán que los indignados regresen, aunque no podrán acampar ni pasar la noche allí.
En cambio, en el campamento de Oakland (California), uno de los más grandes y conflictivos del país, los manifestantes ignoraron el aviso de evacuación del ayuntamiento, que amenazaba con arrestar a todo aquel que pasara la noche en la plaza de Frank Ogawa, según informa hoy el diario San Francisco Chronicle.
El número de tiendas sólo descendió de 180 a 160, según la oficina del alcalde, mientras un único vehículo de policía vigilaba el campamento sin tomar acción.
La orden se produjo después del asesinato el jueves de un joven de unos 20 años, que fue disparado en las proximidades del campamento, aunque según los indignados no pertenecía al mismo.
Otra muerte, el suicidio del vagabundo de 35 años Joshua Pfenning, que según la policía se quitó la vida con un arma robada, llevó a una orden de evacuación el sábado en Burlington (Vermont).
Tras una larga junta en la que no lograron ponerse de acuerdo, los manifestantes acordaron reunirse hoy de nuevo para ofrecer una respuesta al ayuntamiento, mientras la policía evacuaba algunas de sus tiendas, según informó el diario local Burlington Free Press.
Las muertes en algunos de los campamentos han espoleado un debate en todo el país sobre la seguridad de mantener levantadas estructuras de lona, que según las autoridades pueden ocultar actividades peligrosas en espacios que normalmente son públicos. (EFE)