Yesmin Anayeli Pérez, de dos años, murió esta semana por enfermedades relacionadas con la desnutrición, el tercer pequeño que fallece por causas similares en un poblado de montaña empobrecido en el este de Guatemala en pocas semanas, dijeron residentes y funcionarios de salud.
Los residentes de la aldea indígena maya La Palmilla y en otras partes de una región conocida como el Corredor Seco se hundieron aún más en la pobreza el año pasado cuando el daño económico causado por las sequías y dos huracanes devastadores se vio agravado por los confinamientos asociados al coronavirus.
La situación en La Palmilla es un claro ejemplo de la profundidad de la crisis en Centroamérica, donde los gobiernos esperan un rápido restablecimiento de la ayuda estadounidense bajo el presidente entrante Joe Biden para detener una nueva ola migratoria.
Yesmin, la segunda de tres hijos, tenía antecedentes de desnutrición aguda, que provoca una rápida pérdida de peso y emaciación, por lo que fue hospitalizada varias veces durante el año pasado.
En los meses previos a su muerte, las piernas y los brazos de Yesmin parecían finas ramas y su vientre estaba hinchado por la retención de agua, a pesar de que había ganado un poco de peso. Reuters visitó a su familia en su casa en octubre, donde la niña, vestida con una camiseta morada, estaba siendo alimentada por su madre con un puré rico en proteínas.
En las primeras horas del lunes, Yesmin murió, con los ojos resaltando en su rostro y su frágil cuerpo distorsionado por una tos persistente y una larga lucha con una enfermedad pulmonar relacionada con su nutrición inadecuada, dijo a Reuters su padre Ignoja Pérez.
Con poco más de la mitad del peso normal para su edad, también sufría neumonía agravada por el clima frío y húmedo que siguió a los huracanes, dijo el funcionario de salud local Santiago Esquivel.
Sentada frente a su pequeño ataúd, en una casa con piso de tierra y techo de hojalata, su padre dijo que la familia no perdió la esperanza de que ella se recuperara.
“Le compré unas vitaminas el domingo, para ver si engordaba, íbamos a empezar el tratamiento el lunes, con una cucharada”, recordó Pérez. “Pero empeoró”.
Yesmin fue enterrada en la cima de una colina junto con algo de su ropa, una botella de agua y un pequeño vaso de plástico naranja en una ceremonia tradicional el martes.
La familia había celebrado su segundo cumpleaños con un plato de sopa de pollo unas semanas antes.
El gobierno guatemalteco niega que Yesmin estuviera sufriendo desnutrición al momento de su muerte, o en cualquier momento durante 2020. Sin embargo, los registros médicos revisados por Reuters mostraron que fue diagnosticada con desnutrición aguda al menos hasta marzo.
La Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Guatemala dijo en un comunicado que Yesmin y su familia habían recibido apoyo de las autoridades, en reconocimiento de que había sufrido desnutrición y problemas pulmonares al nacer.
Cuando se le preguntó por qué no fue clasificada como desnutrida en 2020, la agencia remitió a Reuters al Ministerio de Salud. La cartera no respondió a las solicitudes de comentarios.
ATRAPADOS EN LA POBREZA
Los datos del gobierno muestran que la desnutrición aguda entre los menores de cinco años aumentó en un 80% en Guatemala en 2020 en comparación con el año previo.
El gobierno dijo que el crecimiento se debió en parte a una metodología mejorada. Sin embargo, los datos recopilados por Oxfam el año pasado también mostraron grandes aumentos en las familias que enfrentan escasez de alimentos, incluido un salto de cuatro veces en la escasez severa en la provincia alrededor de La Palmilla.
Al menos 46 niños menores de cinco años murieron por causas relacionadas con el hambre en 2020 en Guatemala, según los datos del gobierno, muy por debajo de años anteriores.
Ivan Aguilar, coordinador del programa humanitario de Oxfam en Guatemala, dijo que la caída parecía deberse a que los funcionarios atribuyeron las muertes relacionadas con la desnutrición a otras causas, incluido el caso de Yesmin.
Yesmin fue el tercer niño pequeño en morir en la aldea de alrededor de 3.000 personas desde octubre, dijo el funcionario de salud local Esquivel. Fue enterrada a unos metros de otra niña que falleció el 26 de diciembre.
Los decesos de este tipo son inusuales incluso en una región que se acostumbró trágicamente a ellas después de que la sequía destruyó cultivos todos los años durante la mitad de la última década, agregó Esquivel.
“A veces un niño muere, pero no así, uno tras otro”, dijo.
La crisis está impulsando una nueva ronda de migración hacia el norte justo cuando Biden se prepara para asumir el cargo.
Pero en La Palmilla y otras aldeas de la sierra oriental, la gente dijo que les falta el dinero para partir.
Sin trabajo por las medidas de confinamiento aplicadas desde febrero, Pérez pidió prestado dinero y vendió su cosecha de café, gastando lo poco que recaudó para pagar el tratamiento de Yesmin en la cercana ciudad de Zacapa.
Los dos huracanes de noviembre acabaron con su campo de frijoles, dejando solo restos en el suelo, y las paredes de su casa de adobe se agrietaron con la lluvia dando paso al frío del invierno.
“Ojalá pudiera ir a Estados Unidos, pero sin dinero tenemos que quedarnos”, dijo, mirando el cuerpo inmóvil de su hija.
ica