México enfrenta cuatro crisis al mismo tiempo: la sanitaria, por el nulo control del virus; la económica, por los cierres y empleos perdidos; la de inseguridad, que no da tregua ni en pandemia; y la de división social, producto de la polarización desde el gobierno y una parte de la oposición.
Desde la “gripe española” en 1918, no coincidían estas cuatro amenazas en nuestro país. Ese año, las fuerzas de Emiliano Zapata y de Félix Díaz se enfrentaban en diversos puntos de México, y Pancho Villa atacaba ciudades en el norte.
Hacia finales de 1918, unos 300 mil mexicanos habían muerto por la “gripe” (Ordorica y Lezama, 1993: 37-40). La economía estaba hecha pedazos desde 1910. Las ciudades y los caminos no eran seguros, tanto por los conflictos armados como por pandillas de delincuentes. Y la sociedad estaba marcadamente dividida en términos políticos, gracias a la Revolución.
Sin embargo, si una crisis suele representar una oportunidad, cuatro crisis implican cuatro oportunidades. En lo sanitario, ya debió quedarnos claro que un sistema público y universal de salud con un mayor presupuesto es la columna vertebral de un país, con o sin COVID-19. El promedio de gasto público y privado en salud en los países de la OCDE fue de 8.8% del PIB en 2019. Mientras que México solo gastó el 5.5% ese año (lugar 30 de 37).
En lo económico, nuestros gobernantes actuales y futuros deben entender la importancia de los apoyos anticíclicos en épocas de crisis. Pese a ganar con el lema “primero los pobres”, López Obrador ha sido escandalosamente negligente ante la caída de la economía. Durante casi un año, los millones de mexicanos que perdieron su empleo no han recibido un solo apoyo del gobierno federal. Tampoco el 94% de las empresas según el INEGI (agosto, 2020). Nunca más un gobierno tan indolente en un momento tan crítico.
En materia de seguridad, debemos avanzar en la legalización de ciertas drogas para quitarle ese ingreso al narcotráfico. También en la reforma de policías estatales y municipales. El que el nivel de homicidios se mantenga en su peor nivel en años (en 2020 solo bajó 0.4% con respecto a 2019 y los femicidios subieron 0.3%), nos recuerda que necesitamos actuar distinto.
Y por último, la división social podría atemperarse si desde la presidencia se velara por todos, y no solo por quienes apoyan a MORENA. Sin embargo, según el encuestador de El Financiero, Alejandro Moreno, 64% de los mexicanos hoy siente que hay “mucha” polarización política (28%) o “algo” (36%). En palabras del autor, “comparados con nosotros mismos en el tiempo, sí hay más polarización actualmente”.
Un verdadero estadista usaría las otras tres crisis (sanitaria, económica y de inseguridad) para intentar unificar a la población bajo ciertos estándares de decencia política. Pero al parecer, ni López Obrador es un estadista y tampoco le interesa cerrar grietas entre los mexicanos.
@AlonsoTamez