La simbólica dirigente Aung San Suu Kyi fue acusada formalmente ayer -dos días después de ser derrocada en un golpe de Estado militar-, de una transacción comercial ilegal relacionada con radios de comunicación.
Mientras tanto, los llamados a la desobediencia civil se multiplican en el país. Médicos y profesionales sanitarios, que llevaban lazos rojos en señal de protesta, anunciaron que se negarían a trabajar salvo en caso de emergencia médica. Frente a un nosocomio hicieron el saludo con tres dedos, un gesto de resistencia adoptado por activistas prodemocráticos de Hong Kong y Tailandia.
El lunes pasado, el Ejército puso fin a la frágil transición democrática en Birmania e impuso un estado de emergencia por un año. Arrestó a Suu Kyi, a otros directivos de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), y al presidente Win Myint, acusado de haber violado la ley sobre la gestión de las catástrofes naturales.
La resistencia convive ahora con el miedo en un país que ha vivido, desde su independencia en 1948, bajo el yugo de la dictadura militar durante casi 50 años
CIFRAS / CANSANCIO
50 años
ha vivido Myanmar o Birmania bajo el yugo de la represión militar
150 mil
personas se habían inscrito ayer en un grupo de Facebook disidente
AR