Hay un campo en la política mexicana donde no hay un solo opositor, donde la 4T es amo y señor, y ese es el terreno de la propaganda.
El país es un desastre, las decisiones pueden ser las peores, el panorama puede ser totalmente desalentador, pero en este Gobierno saben muy bien como comunicar y emocionar a su muy amplia clientela política y les creen.
Pero esas habilidades pueden generar tentaciones al interior del grupo gobernante y enfrentar en un duelo populista a sus mejores exponentes.
Y, como decía la abuela, para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo. Y vaya que el presidente Andrés Manuel López Obrador y el senador Ricardo Monreal son del mismo tablón.
Está claro que tienen pocos conocimientos en materias como salud, economía o redes sociales, pero son maestros de la propaganda. Y en ese terreno no hay oposición que le llegue a los talones.
Lo que hemos visto recientemente es que los dos personajes aplican todos sus conocimientos de manipulación de las audiencias en una especie de competencia por la atención de su clientela política.
Al Presidente nadie que se proteja bajo sus alas se atreve a disputarle los reflectores. Por eso los secretarios de estado solo hablan en las mañaneras cuando llegan a ser invitados, la mayoría de sus legisladores se asumen como sus subordinados y cualquier beneficiario de la 4T se inclina ante el monólogo presidencial.
Pero Monreal lleva tiempo puliendo su discurso, con todos los principios de la propaganda del grupo en el poder, para abrirse un espacio en la política monolítica lopezobradorista con su clara ambición de ser candidato presidencial.
Y así como el Presidente sabe que la discusión pública sobre el uso del cubrebocas es un absurdo, pero que le da mucho tiempo de presencia en los medios de comunicación y en las redes sociales, así muchas de las iniciativas del senador Monreal son fuegos artificiales que le compran esa misma atención mediática. Que se hable, aunque sea mal, dicen sus principios propagandísticos.
En estos días se ha dejado ver con más claridad que López Obrador y Monreal están en esa competencia. Es una competencia dispar, por el poder del Presidente, pero el senador no se asume como subordinado, sino como representante de un poder autónomo y eso es un foco de alerta para la 4T.
Lo que hizo que la competencia se notara fue esa iniciativa de Monreal para regular las redes sociales.
Al Presidente no le gustó la iniciativa y por lo tanto la descalificó. La novedad es que a Monreal no le gustó la idea de López Obrador de desaparecer organismos autónomos y también la descalificó.
Que López Obrador apunte el pulgar hacia el piso y acabe con alguien de su clan no es novedad, es el César. Pero que alguien al interior le compita y descalifique una iniciativa presencial, como esa de desaparecer órganos autónomos, argumentando independencia como legislador, como lo hizo Monreal, es el equivalente a un tamborazo de guerra en el ambiente aparentemente tranquilo de la 4T.
Monreal quiere algo que López Obrador tiene y el Presidente quiere ser él quien decida completamente y sin ruidos el futuro de su movimiento político. Ahí hay tiro.
@campossuarez