Las noches largas, los ruidos normales de un hospital ahora estremecen, los pabellones se vuelven fríos al morir un paciente y enseguida otro, el bullicio que deja sin palabras cuando los médicos corren para intubar; es parte de lo que enfrenta el personal de salud desde hace casi un año cuando se detectó el primer caso de Covid en México.
Sin embargo, lo más difícil para un enfermero que está en la primera línea, es ser portador del virus, sobrevivir y regresar a laborar con el temor a contagiarse.
Pero con todo y miedo, cansancio acumulado y secuelas de la enfermedad, regresan a combatir al Covid, y salvaguardar la vida de los pacientes.
Tal es el caso de Ana Luisa y Miriam que trabajan en el Hospital General de la Raza, ellas relataron a 24 HORAS todo el proceso que vivieron al contagiarse y su reingreso al área laboral.
Ana Luisa Morales, supervisora de enfermería, dio positivo a Covid-19 el 31 de diciembre y tiempo después, su familia también se contagió. Al paso de los días sus síntomas se agravaron y debido a una neumonía que le afectó casi el 80% de sus pulmones, fue internada.
“El ver en el pabellón donde yo estaba muere uno, muere otro. Las noches se te hacen largas, los ruidos, que anteriormente eran normales cuando lo trabajas, les tomas otro sentido porque sabes que alguien se está poniendo mal o que alguien ya se murió. Porque sabes que ya fueron corriendo a ver a alguien, cuando escuchas que los necesitan intubar. Vas viendo todo eso y se te hace todo bien largo”, señaló.
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Después de casi un mes de su contagio y de una larga recuperación, Ana Luisa regresó al trabajo, pero dijo tener miedo y volver a infectarse. Sin embargo, también es una nueva oportunidad para enseñar a sus compañeros a combatir el Coronavirus.
Por su parte, Miriam, que trabaja como enfermera en el área Covid, se infectó en el mes de mayo y sus papás e hija también se contagiaron.
“Me angustiaba mucho de que en algún momento tuviera complicaciones, no solo yo, sino mi familia. Mis papás son grandes, son hipertensos, diabéticos; más que nada esa preocupación me cargó mucho esos 14 días encerrados”, comentó.
Luego de dos semanas, Miriam y su familia se recuperaron, ella regresó a trabajar con el temor a contagiarse de nuevo o contagiar a alguno de sus compañeros, pero con la ilusión de salvar vidas.
A estas historias se suma la de Kenia Helacio, una enfermera que trabaja en la UMF 61 de San Bartolo Naucalpan en el Módulo de Atención Respiratoria 2. Ella al contagiarse el 24 de diciembre, contagio a su familia, incluida su mamá.
Su sintomatología no presentaba gran riesgo, pero ya había un daño pulmonar que le llevó a usar oxígeno. Al paso de los días, su estado y el de su madre empeoraron, por lo que fueron hospitalizadas debido a la escasez de oxígeno.
“Fueron días difíciles y vimos muchas cosas. La grave en ese momento era yo con riesgo de intubación porque en mi reporte de virus alcancé el grado más severo por daño pulmonar”, mencionó.
Tras casi un mes, Kenia se fue recuperando, mientras que el estado de salud de su madre se agravaba. A los pocos días de que ella fuera dada de alta, su madre no resistiría la enfermedad.
“Al ser dada de alta el 16 de enero, llegó a casa y me entregan las cenizas de mi mamá. Mi experiencia con el Coronavirus fue así, en un abrir y cerrar de ojos perdí a mi mamá. Paso lo que tanto temíamos.
Actualmente, Kenia sigue recuperándose en casa y para ello utiliza oxígeno, y pide a la gente que se cuide ya que “al personal de salud nos está yendo mal”.
“Ellos eligen salir y exponerse. Nosotros no podemos elegir porque es nuestro trabajo y nosotros estamos ahí, los atendemos y damos nuestro mejor esfuerzo, pero tal parece que no lo vieran. Nosotros a veces ya no sabes qué hacer, porque duele ver que se muera la gente y duele verlo de los dos lados”, añadió Ana Luisa.