Poco a poco se va conociendo la razón por la cual España tuvo que esperar cinco días, desde que iniciaron los Juegos Olímpicos, para ganar una medalla. Al parecer, los atletas que conforman la delegación requirieron de casi una semana para mentalizarse, y en el mejor de los casos olvidar, el nada polémico diseño de su uniforme que los ornamenta. No puede existir polémica alguna cuando el clamor generalizado de los españoles lo ubica entre horroroso y moscovita (en recuerdo a los Juegos de Moscú 1980). En ambos sentidos tienen razón. El diseño de los uniformes lo esbozó una empresa rusa llamada Bosco, y de estética ni hablar. El diseño hace las veces del túnel del tiempo. Viajar hacia atrás un cuarto de siglo es recordar el vestuario de personajes de películas de Almodóvar en la España profunda. Si de clichés se trata, lo mejor hubiera sido recurrir al Toro de Osborne o a la botella de Tío Pepe para disfrazar a los atletas de españoles.

 

Ahora se entiende también la razón por la cual, pocos días antes de que iniciaran los juegos, Rafael Nadal anunciara que no iba a viajar a Londres. El insistió que se encontraba lesionado. La realidad es que se quedaba en casa comiendo tortilla en lugar de portar el chándal de Bosco. Nadal acababa de ganar el Abierto de Francia, por lo que lo menos que esperaba recibir del Comité Olímpico Español era una maleta Loewe y un saco de Massimo Dutti. No es difícil imaginar su mueca al conocer que los atletas estadunidenses los uniforma Ralph Laurent, a los italianos, Giorgio Armani y a los ingleses Stella MacCartney.

 

Bosco continúa haciendo de las suyas. Delgado, el caballo de Beatriz Ferrer-Salat, amazona que logró plata y bronce en Atenas 2004 en la prueba de doma, se enfermó después de haber visto a Beatriz probarse su uniforme; al equipo de waterpolo masculino le anularon un gol que los hubiera clasificado; la famosa roja chiquita no pudo meter un solo gol durante los tres partidos de la primera fase; en hockey se lesionaron sus dos únicas estrellas; el equipo de balonmano recibió el gol definitivo ante Dinamarca cuando faltaban tres segundos para que concluyera el partido; al ciclista León Sánchez se le rompió la cadena de la bicicleta en su primera pedaleada. Los azarosos lo llaman imponderables. Los brujos de la economía, mala suerte.

 

España ha cambiado desde las ya poco sorpresivas caídas anímicas del rey don Juan Carlos; lo mismo porque no logra cazar elefantes en Botsuana, que por razones que solo los paparazzi conocen en el momento en el que cazan a estrellas de la farándula poniendo el cuerno a sus parejas.

 

Las cosas van tan mal en España que, en una de esas, Rajoy tendrá que volar en línea aérea low cost para presenciar la clausura de los Juegos, claro, portando un elegante traje Bosco.