Está claro que no se ha cumplido la promesa presidencial de que no subirían los precios de las gasolinas, aquella de que no habría gasolinazos, cuando estos combustibles han alcanzado en estos días precios máximos históricos.
Y cada mañana se puede adornar en el discurso de la manera que quiera Andrés Manuel López Obrador, pero los taxistas, los microbuseros y los ciudadanos en general lo saben. Los combustibles han subido de forma muy importante sus precios en lo que va del año.
Y no solo las gasolinas, sino otros combustibles como el gas de uso doméstico, lo que además provoca que se incrementen otros precios de la economía, en especial los productos alimenticios.
No hay que perder de vista que mientras la inflación general está en un nivel anual de 4.12%, hasta la primera quincena de marzo, el subíndice de alimentos tiene una inflación anual de 6.50% y el de energéticos tiene un incremento anual de los precios de 9.50% anual.
Y no hace falta meterse en las bases de datos estadísticos del Inegi para ver cuánto han subido los precios, basta con subir la cara y ver las pizarras en las gasolinerías o ir al mercado. Así de fácil.
Así, la promesa de campaña de López Obrador de no subir los precios de las gasolinas, e incluso de disminuir sus costos, ha quedado pulverizada por la realidad.
Pero es que no había posibilidad alguna de que se pudiera cumplir con algo así, cuando en México no hay un precio controlado de los combustibles, cuando la mayor parte de las gasolinas y el gas que se consumen en el país son importados y se rigen por precios internacionales y cuando no hay subsidios para esos combustibles.
Y si bien es una muy mala noticia que suban de precio los energéticos, la realidad es que tener un mercado abierto, sin precios controlados y sin subsidios es lo mejor que le puede pasar a México. Y los precios actuales no son culpa del presidente Andrés Manuel López Obrador. No hay responsabilidad alguna del actual Gobierno en el acelerado incremento de esos precios.
Cuando en el verano pasado el mundo entero estaba confinado por la pandemia del Covid-19, vimos precios de las gasolinas en México por debajo de los 17 pesos. Ahora que la actividad económica se reactiva vemos precios arriba de los 23. Son innumerables los factores que cuentan para esa significativa variación en los precios.
Lo que sí es responsabilidad del presidente López Obrador y es un peligro para la economía mexicana es pretender regresar a cualquier tipo de regulación artificial del mercado solo para que no se incumpla su palabra.
Ya circula un borrador de contrarreforma petrolera que amenaza a las empresas privadas y que pretendería regresar a un esquema de control de precios.
Esa sí sería una barbaridad, tanto como lo es la contrarreforma eléctrica que, si no existen presiones autoritarias, el poder judicial debería cancelar definitivamente.
Lo mejor que podría hacer el Presidente es olvidar esa promesa hueca, falsa, infundada de que no subirían los combustibles en un mercado abierto. Lo ha hecho con otras tantas promesas.
@campossuarez