¿Corre el país algún riesgo por el desdén mostrado por el presidente López Obrador por las Cumbres mundiales, sean de cualquier tema?

El Presidente mexicano no solo menospreció el tema del cambio climático -que no entiende y que no le importa- sino que restó importancia a los mandatarios de las potencias mundiales que lideran la cruzada contra el calentamiento global.

Para sus seguidores, la postura del Jefe del Ejecutivo “fue de autonomía’’, “de no arrodillarse ante las potencias mundiales’’, pero en un mundo cada vez más globalizado, lo que hizo el Presidente sí podría tener consecuencias.

De entrada, el Gobierno mexicano será considerado no serio; se advirtió que el tema era el cambio climático y López Obrador insistió en colocar la migración como su tema, su cruzada personal.

La sesión convocada ayer no sólo servía para expresar dudas y compartir planes propios de cada Gobierno, sino para escuchar a las potencias para aplicar las medidas exitosas en territorio nacional.

El Presidente prefirió seguir en campaña que atender la conversación con otros mandatarios, cosa que muy pocas veces ocurre en el año.

¿Qué nos garantiza que esta actitud no será interpretada por otros presidentes como una falta de respeto? ¿Qué garantía hay de que no habrá represalias en otros temas?

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¡Qué difícil debe ser para los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), tener como presidente a un colega cuestionado públicamente y cuya fama, sin deberla, comparten de manera indirecta!

Quizá por ello trataron de desmarcarse mediante una carta en la que reclaman a José Luis Vargas, haber diferido unilateralmente la sesión que debió celebrarse ayer para analizar los casos de Raúl Morón y Félix Salgado Macedonio.

La imagen de Vargas arrastra a todo el Tribunal; con la carta, los cinco magistrados firmantes -solo faltó la rúbrica de Mónica Soto-, buscan establecer una distancia política de las decisiones del presidente del Tribunal pues saben que cualquier fallo del TEPJF relacionado con Morena estará bajo sospecha.

Y no per se, sino por la imagen pública de quien debería ser el líder y parece ser su propio rehén.

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Las Comisiones de Salud e Igualdad de Género en la Cámara de Diputados no tuvieron el quórum requerido para votar el dictamen que legalizaba el aborto en todo el país y suprimía la clausula de conciencia de la Ley General de Salud.

Y, como están las cosas, la discusión de este dictamen seguramente se dejará para la siguiente Legislatura, ya que el tema ni es del presidente López Obrador ni parece del partido sino de un grupo de diputadas partidarias de esa práctica.

En el dictamen se aprueba el aborto hasta las 12 semanas de gestación a nivel nacional, incluido para niñas y adolescentes, sin el consentimiento de padres o tutores y sin que hubiera seguimiento judicial en caso de agresión sexual.

Para garantizar ese “derecho’’ se propone la eliminación de la cláusula de conciencia con la que médicos y enfermeras podían excusarse de realizar un aborto.

Hace unos días el propio López Obrador dijo en la mañanera que temas polémicos, refiriéndose a reformas que promueven el aborto, deben ser consultadas con la sociedad y que los diputados no pueden actuar por su cuenta; dicho en castellano, no es un tema de Palacio Nacional.

Vale destacar que partidos como el Movimiento Ciudadano, el PRI y el PES, se manifestaron abiertamente en contra del dictamen pues, aclararon, la legalización del aborto en varios estados no ha logrado reducir la violencia contra las mujeres, que es un argumento que esgrimen los que están por la interrupción del embarazo sin cortapisas.

LEG