Uno podría hablar de Leonard Cohen y no le alcanzarían las palabras, adjetivos ni contextos. Sin embargo, hace unos días taladraba en mi cabeza la idea de que: «A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado”.
¿Y qué pasaría si uno quiere estar de ningún lado?
Toda historia tiene su imaginario, su tragedia y sus olvidos. Hoy nos encontramos anclados en un proceso de extremos, pertenencias y causas al parecer absolutas. Todos los días hay voceros de discursos polarizadores, que nos provocan y confunden.
Se dice que la claridad es poder, pero cuando hay un paraíso incendiado y una práctica sorda, poco podemos esperar del diálogo, consenso y pluralidad. No es posible trazar lazos de entendimiento, sin arreglos, reproches o confrontaciones. No entendemos que la diversidad es el puente de la unidad y la armonía.
Mientras las aguas se agitan bruscamente, muchos tememos navegar. En este sentido, es crucial que recobremos el sentido de nuestra propia existencia, aunque los vientos golpeen con fuerza. De lo contrario, seguiremos remando absurdamente hacia la nada.
Vivimos en un contexto en el cual presumimos las cosas que no hacemos. Lastimamos a unos y olvidamos a otros cuantos. Anhelamos sin agradecer aun y cuando sabemos que las heridas tardarán en cicatrizar. Algunos nos encontramos en el sendero de la soledad y la incomprensión; no nos sentimos representados por los voceros de las verdades absolutas. Por eso, partimos a un lado y vemos el tráfico pasar.
Estar al lado del camino no supone abandonarlo, sino observarlo con perspectiva. En pocas palabras: no sólo ver el bosque, sino cada árbol; el aire que genera y la sombra que proyecta. Su estructura, valor y composición natural. Estar al lado significa apreciar la luz y no generar calor; no significa ser generador del fuego, ni espectador de las cenizas. Implica: analizar, separar y, de ser el caso, alzar la voz de manera contundente sin que eso defina todas nuestras pertenencias y agote nuestra individualidad, ni centre todo en nosotros mismos y nos mantenga ajenos a todo lo demás.
Los ejemplos son inagotables y van desde lo más totalizante hasta las más pequeñas nimiedades. ¿Cuál es nuestra posición sobre bioética? ¿Y acerca de las guerras comerciales? ¿Derechos reproductivos?
En muchas ocasiones no tomar partido y estar a un lado es la posición correcta, en muchas otras, no. Eso enriquece el entendimiento, la reflexión y, sobre todo, el respeto hacia lo diverso.
Así pues, pretendo que las letras que comparta puedan ser un instrumento para la reconciliación e integración de nuestra sociedad. Necesitamos reforzar la compasión y la observación consciente.
Por este motivo, hoy me incorporo con profunda alegría al diario 24 HORAS, con la ilusión de acompañar a las personas en la batalla de sus definiciones desde un espacio de reflexión. Particularmente, agradezco a su director y a todo su amable grupo editorial por tan generosa invitación.
Consultor y profesor universitario
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