La industria de la ropa de cama ha evolucionado de manera increíble a lo largo de la historia. Al principio la comodidad y la sanidad eran todo.
Hoy, como cualquier otro aspecto de la vida, la estética domina los preconceptos que moldean la actualidad de estas prendas tan particulares.
Pero el recorrido desde los taparrabos hasta la lencería moderna, contiene un montón de aristas y cambios coyunturales que hacen que hoy sea una rama comercial que mueve millones por año. Hoy le haremos honor a ese camino, lleno de baches, complicaciones y contradicciones.
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El primer nombramiento del concepto de ropa interior aparece en la mismísima Biblia, al hablar de la vergüenza que sintieron Adan y Eva luego de comer del fruto prohibido.
Así y todo, la primera aparición documentada de este estilo, sucedió en el antiguo Egipto. Cuando abrieron la tumba de Tutankamón en 1922 encontraron un pañal de lino rodeando su cintura.
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Años después se siguieron encontrando prendas parecidas por distintos sarcófagos. En la película Cleopatra de 1963, Elizabeth Taylor utiliza un guardarropa hollywoodense que no se condice para nada con la realidad.
Pero bueno, justamente estamos hablando de una representación cercana de lo que en realidad utilizaba la reina faraónica. En ese contexto las mujeres usaban primitivos camisones que podríamos considerar como lencería. Puedes profundizr en el tema en esta nota de la Cadena Ser.
Siguiendo el hilo de la historia, en el Imperio Romano se comenzó a darle más importancia a la higiene, por cuestiones de salud y de apariencia también. Tanto hombres como mujeres utilizaban bandas de lino para cubrir sus partes íntimas. En series como Roma o Spartacus podemos visualizar trapos de este estilo. Más tarde, en Grecia se descubrió el primer sujetador, para resaltar la figura de la mujer.
La ropa interior femenina como hoy la conocemos apareció por primera vez a inicios de los 1900 , cuando la reconocida bailarina Isadora Duncan quiso buscar un diseño confortable y estético también para desarrollar su tarea profesional de la mejor manera. Sus fotos bailando con las mismas en la playa ya son una leyenda, y se han utilizado como referencias en muchísimas películas u obras de arte.
Continuando con la historia contemporánea de la ropa de cama, fue en la Segunda Guerra Mundial, que se comenzó a elaborar calzoncillos con materiales que no habían sido utilizados hasta ese día. La falta de suministros hizo que se empiece a experimentar con látex o lycra. Eso abrió un mundo de posibilidades que culminan hoy con el auge de los corpiños deportivos y las calzas. No hubiese sido posible ese avance sin ese oscuro trasfondo político-histórico. Luego llegaron los famosos ‘70. Efusiva época de reinterpretación liberal. La mujer ya decidía por sí misma, sin necesidad de un parte masculino previo. La sensualidad apareció por primera vez en el juego de la lencería y la ropa interior. A partir de allí, las oportunidades se multiplicaron.
Se cree que todavía queda mucho camino por recorrer. El nuevo milenio trajo cambios, evoluciones y remodelaciones conceptuales varias a este negocio. Tanto el auge de Victoria ‘s Secret, o nuestro país con el ejemplo del catálogo virtual Ilusion y sus innovadores productos, la lencería elitista, y los realities shows, trajeron una nueva forma de concebir el arte de la lencería y los boxers masculinos. Las Kardashian, Tyra Banks y su crew, las hermanas Hadid, y la reconfiguración de lo liberal-femenino postulan otra manera que circuncidará el presente y el futuro de esta manufactura tan particular.
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