Competir en los Juegos Olímpicos es el sueño de millones de deportistas, pero algunos tienen que pasar unas pruebas más complicadas que otros, como lo fue para Yusra Mardini, nadadora de Siria que se vio obligada a huir de su país por la guerra en 2011, posteriormente salvó a 18 personas de morir ahogadas en el Mar Egeo, y hoy puede presumir que fue la abanderada del equipo de atletas refugiados en Tokio.
Yusra y Sara Mardini vivieron una infancia muy complicada en Siria. En 2011 una bomba destruyó la casa de su familia, pero afortunadamente, no había nadie en la construcción. Otro día la piscina donde entrenaba fue destruida por un proyectil. La situación bélica la obligó a huir de Damasco y buscar refugio en donde le dieran asilo.
Con apenas 17 años, representó a Siria en el Campeonato Mundial de Piscina Corta en 2012, pero ya residía en Berlín junto a su hermana Sarah.
CRÓNICA DE UN SALVAMENTO
Yusra y Sarah cruzaron Líbano para llegar a Turquía, lugar donde fueron aceptadas en una pequeña embarcación junto a 18 personas más, aunque iban muy apretadas, el destino: el mar Egeo. La mala fortuna estaba del lado de todos los que estaban a bordo, y es que con 30 minutos en el mar, el motor dejó de funcionar y la embarcación comenzó a hundirse y casi todos sus pasajeros no sabían nadar.
“Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies”, recordó Yusra tiempo después. Exhaustas, con mucho frío y casi sin músculos, vieron la costa de Lesbos tres horas y media después. “Habría sido vergonzoso si la gente en nuestro bote se hubiera ahogado”, contó Mardini a ACNUR, que la nombró Embajadora de Buena Voluntad en 2017.
“Había gente que no sabía nadar. No iba a quedarme sentada y a quejarme de que me iba a ahogar. Si me iba a ahogar, al menos lo haría habiéndome sentido orgullosa de mí y de mi hermana”, recordó. Según ACNUR, la mayoría de las personas que intentan abandonar Siria mueren en el intento. Las hermanas Mardini son solo dos de las 5.6 millones de personas que tuvieron la suerte de su lado, y un amor incondicional por la natación que las salvó.
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Una vez terminada la travesía, Yusra y Sarah llegaron a Grecia y se las ingeniaron para llegar a Alemania, y finalmente en septiembre de 2015, les dieron albergue en un campo de refugiados en Berlín.
Ahí conoció a un intérprete egipcio que la llevó a un club de natación, y de inmediato la aceptaron. Yusra reanudó sus entrenamientos y lo siguiente fue una historia en crecimiento vertical para competir en los Juegos de Tokio.
AV