Con tal cantidad de circos montados por esta administración, no se nos haría raro que los supuestos dimes y diretes entre la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, y Napoleón Gómez Urrutia se tratasen de un simple “pleito de casados”, y es que, se dicen de todo pero al final seguirán unidos hasta que el fin de sexenio los separe.
Como es costumbre, Napillo ha ocupado todo tipo de métodos para tratar de influir en la opinión pública o bien para subirse en la agenda política, por lo que encontró en las Mañaneras la manera de incrustar voceros para sembrar preguntas y hasta opiniones.
Mediante este método, Napillo ha señalado en repetidas ocasiones que quién opera en la Secretaría del Trabajo no es la titular Luisa María Alcalde, sino su papá, el abogado Arturo Alcalde, por cierto exasesor de su sindicato. Esto lo ha hecho cada vez que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) ha demandado a Napillo regresar los 55 millones de dólares que le robó a sus agremiados; así sucedió el pasado 2 de agosto.
Tras las acusaciones, la STPS ha respondido a Napito con boletines de prensa, iniciando un “fuego amigo” que mantiene a los dos partes en supuesto conflicto, y que por supuesto no resuelve absolutamente nada.
Eso ocurrió el 6 de agosto cuando, en La Mañanera se dejó escuchar a otro comunicador con las distintas quejas de Napillo y a su vez planteando la posibilidad de efectuar posibles revisiones a las actuaciones de la STPS y a la JFCA, además de señalar una vez más la influencia del papá de la secretaria sobre los temas que atañen a Napillo.
El Presidente se ha dedicado a escuchar y a llamar a la conciliación, no desmiente y tampoco asiente ninguna de las acusaciones, dejándolo como una cortina de humo sobre temas medulares en el sector.
Ningún pleito es real. En hechos, desde el inicio de esta administración, la 4T ha convertido a Napillo en uno de sus principales protegidos. Lo blindaron de las distintas acusaciones en su contra por el desvío de recursos al regalarle su boleto de regreso a México como Senador de la República con fuero incluido. Sin importar que es canadiense y que por Ley no podía ocupar un escaño en dicha Cámara.
De ahí, Napito ha sido la herramienta perfecta para violar la autonomía sindical de las demás agrupaciones; lo han impuesto como ganador de varios contratos colectivos de trabajo, aún cuando han existido quejas y denuncias de irregularidades en los procesos de recuento. La 4T ha fingido demencia ante tales acusaciones.
Le han dado infinidad de concesiones, lo ayudaron a conformar la CIT, una central que nunca cuajó y que desde su surgimiento nació para el olvido, sin embargo, pretendían convertirla en una agrupación que acumulara sindicatos afines a la 4T. Lo arroparon de tal manera que la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, lo acompañó a varios eventos de esta organización que no logró reunir más que uno que otro sindicato de bajo perfil.
Hoy estas diferencias se asemejan más a ser uno de los teatritos montados por la 4T que un pleito real. Señores, no engañan a nadie, Napillo sigue teniendo privilegios en esta administración, sigue siendo apoyado por la STPS en la realización de recuentos a modo, sigue sin devolver los 55 millones de dólares, sigue extorsionando empresas y organizando huelgas para adueñarse de las secciones.
Si les funciona, pueden divertirse con el pleito de casados; sin embargo, asuman que al hacerlo juegan con el empleo y derechos de miles de mexicanos que esperan a que las dependencias estén a la altura de este gran país e impartan justicia.
@CarlosPavonC