Entre el Mar Rojo y el Mar Negro, pasando por el Golfo Pérsico, el colorido de las problemáticas regionales es variado. Países de Oriente enfrentan crisis de larga data que no solo parecen irresolubles, sino que día a día dejan víctimas fatales, muchas de ellas inocentes, y que se discuten en foros de alto calibre.
Este lunes, el nuevo primer ministro israelí, Naftali Bennett, sentenció ante el pleno de la 76 Asamblea General de la ONU que su país no permitirá a Irán avanzar en sus planes para hacerse de un arma nuclear: “Su programa está en un punto crítico, se han infringido todas las líneas rojas (refiriéndose al enriquecimiento de uranio de 60 por ciento)”.
El embajador de Irán ante Naciones Unidas, Majid Takht Ravanchi, respondió: “La fobia contra Irán causa estragos en la ONU”, y denunció falsas declaraciones. Además, dijo que Israel cuenta con “cientos de ojivas nucleares”.
El país islámico ha asegurado que su programa nuclear es para fines civiles, y que espera reactivar el acuerdo de 2015, reduciendo su programa a cambio de una flexibilización de las sanciones en su contra y que se desmoronó en 2018.
Mientras tanto, en Yemen, talón de la “bota árabe”, los enfrentamientos entre las fuerzas leales al gobierno y los rebeldes hutíes siguen dejando muertos. Este fin de semana fueron 67 las víctimas cobradas por el conflicto durante los ataques en Marib, provincia rica en petróleo, que se encuentra bajo el asedio rebelde desde febrero.
La batalla en el sitio ha agravado el conflicto de este país, azotado por la peor crisis humanitaria del mundo según Naciones Unidas, que advierte de un riesgo de hambruna a gran escala, tomando en cuenta que 80% de los 30 millones de habitantes depende de la insuficiente ayuda humanitaria.
ONGs estiman que la guerra civil por el reconocimiento del liderazgo nacional ha causado decenas de miles de muertos y al menos 4 millones de desplazamientos forzosos.
El enviado de la ONU en Yemen, Hans Grundberg, determinó imperativo relanzar “un proceso político que aporte soluciones duraderas”, postura similar a la emitida recientemente desde la Casa Blanca. Los hutíes (rebeldes chiitas) exigen la reapertura del aeropuerto de Saná, bloqueado por Arabia Saudita desde 2016, antes de comenzar a negociar un alto al fuego.
El escenario se repite en Siria, al centro de la región, donde al menos 11 combatientes de un grupo proturco murieron el fin de semana durante ataques aéreos rusos en la región de Afrin, al norte del país. Un hecho inusual en una zona controlada por Turquía y sus aliados locales, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Rusia, aliado incondicional del régimen sirio, y Turquía, bajo el actual gobierno de Recep Tayyip Erdogan -que apoya a los rebeldes-, auspiciaron durante 2020 un acuerdo de alto al fuego en la región de Idlib.
Irán acapara culpas en cumbre global
Desde la cumbre de la ONU, Irán atrajo los señalamientos de al menos dos naciones vecinas. El primer ministro israelí evidenció su enriquecimiento de uranio durante los últimos años y, por su parte, Ahmed Awad Bin Mubarak, embajador de Yemen, expresó que, si su país vive en condiciones difíciles es en gran parte por la situación atizada por las fuerzas golpistas hutíes, que además cuentan con el apoyo logístico y militar del régimen iraní. “Nosotros”, dijo Bin Mubarak, “hemos hecho todo lo que está en nuestro poder para alcanzar una paz duradera”.
El embajador de Irán ante NU denunció que Israel no está en condiciones de discutir su programa si tiene cientos de ojivas.
LEG