La tensión no baja en Cuba después de las marchas multitudinarias e inéditas que la isla atestiguó el 11 de julio pasado (11J), cuando miles de ciudadanos marcharon en contra del Gobierno de Miguel Díaz-Canel, heredero del castrismo que asumió el poder de manos de Raúl Castro en octubre de 2019.
Tres momentos clave se entrecruzaron este fin de semana: primero, en la isla se lleva a cabo el segundo pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), que aprobó el sábado fortalecer su trabajo político-ideológico. Ayer se analizaban las políticas para el desarrollo de la isla caribeña.
Por si no quedaba claro, el Presidente dio después una declaración que parecía reacción ante los varios frentes de resistencia al régimen abiertos en el país.
“Hay suficientes revolucionarios para enfrentar cualquier tipo de manifestación que pretenda destruir a la revolución, con respeto y en defensa de la Constitución, con energía y valor”, advirtió Díaz-Canel, también primer secretario del PCC.
El provocativo llamado a la confrontación del mandatario se da en un doble contexto: el desafío de grupos opositores de mantener una marcha -que el gobierno ya ha prohibido-, el 15 de noviembre, y tras una poco común manifestación en El Vaticano.
Este segundo momento consistió en un grupo de cubanos exigiendo un pronunciamiento del papa Francisco y de la Iglesia ante lo que llamaron “la grave situación que vive Cuba”, refiriéndose en parte a la represión del 11J y a la reciente sentencia de 10 años hacia un manifestante acusado de delitos como desacato y desorden público, hasta ahora la mayor pena impuesta a un detenido relacionado con dichas protestas, según documetan ONGs.
Portando banderas de Cuba, rezando y coreando diversos lemas a favor de la libertad, cientos de cubanos llegaron este domingo a la Vía de la Conciliación, la avenida principal por la que se accede a la Plaza de San Pedro.
LEG