Este fin de semana se dio a conocer el caso de “Emilia” una abuelita de 83 años residente de Zaragoza, España, quien tras años de dolor decidió terminar con su vida al ser ignorada en cuanto a su solicitud de eutanasia.
Lanzándose desde el tercer piso donde residía, Emilia puso fin al dolor que experimentaba gracias a su luxación de cadera, un padecimiento congénito que empeoró con los años y para el que no había cura.
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Cuando la Ley de la Eutanasia se volvió realidad en España, tanto la abuelita como su hija trataron de hacer lo posible para acceder a este servició, incluso obtuvieron apoyo de la asociación “Derecho a Morir Dignamente” (DMD), pero su solicitud no fue tomada en cuenta.
“Lo que ha fallado en este caso ha sido la propia puerta de entrada a la posibilidad de lograr la eutanasia. La solicitud no pasó formalmente al registro, ni cuando se presentó la primera ni cuando, quince días después, se produjo la preceptiva ratificación”, explicó José Antonio Rovira, miembro de DMD en entrevista con Antena3.
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Emilia cumplía con todos los requisitos para poder acceder a la eutanasia pero el sistema de salud y el de justicia no la apoyaron orillándola a suicidarse para detener el dolor con el que vivía.
GR