Al reconocer que sí existe desabasto de medicamentos en el país, el presidente Andrés Manuel López Obrador acepta de facto el fracaso de su estrategia para su compra.
Como recordará, una de las primeras decisiones del Presidente fue desaparecer el esquema de compras consolidadas que lideraba el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por “actos de corrupción de empresas y funcionarios’’.
El diagnóstico presidencial acusaba colusión de farmacéuticas para imponer precios, ventas a sobreprecios y moches de distribuidores a funcionarios del sector salud.
Es innegable que había corrupción, pero en lugar de hacer una cirugía con bisturí, el Presidente utilizó el machete.
López Obrador firmó una orden ejecutiva en la que prohibía participar en licitaciones públicas para la compra de medicamentos a las principales empresas distribuidoras y algunos laboratorios.
En lugar del esquema que había funcionado y garantizaba el abasto de medicamentos, López Obrador creó un esquema mediante el cual sería la Secretaría de Hacienda, a través de su Oficialía mayor, la que se hiciera cargo de las compras.
El primer año fue un desastre; entonces se decidió contratar a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para que organizara las convocatorias de las licitaciones internacionales para el abasto de medicamentos.
Los laboratorios mexicanos quedaron fuera de las licitaciones convocadas por la UNOPS; su participación ha sido un fracaso a pesar de que cobra una buena cantidad de dólares por su mediación.
Las convocatorias y las licitaciones a cargo del organismo internacional llevan un retraso de más de seis meses, de manera tal que los medicamentos o “claves’’, como se dice en el medio, que llegarán estos días corresponden a lo que debió llegar en mayo.
El desfase de las compras es lo que ha provocado el desabasto de medicamentos tan comunes como el Losartán, utilizado para el control de la hipertensión que nunca había faltado en hospitales públicos.
En este momento deberían estar anunciando a los ganadores de las licitaciones para surtir al sector salud en el primer trimestre de 2022 pero no se conoce -porque además los procesos de licitación son tan oscuros- que ya se esté trabajando en el tema.
Ahora, ante las prisas, el gobierno mexicano deberá salir al mercado internacional a comprar al precio que sea los medicamentos que hacen falta no solo en el cuadro básico, sino los especializados como los que combaten el cáncer.
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Y si bien el “regaño’’ se lo llevaron el secretario de Salud, Jorge Alcocer y el desconocido director del bodrio bautizado como Insabi, Juan Antonio Ferrer, también el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, tiene su parte de responsabilidad.
El esquema pactado con la UNOPS pasa por la Secretaría de Hacienda, que es la que debe dar el visto bueno a las licitaciones.
Quizá Alcocer tenga alguna opinión sobre la compra de los medicamentos, pero los que toman las decisiones despachan en Palacio Nacional, muy cerca de la oficina presidencial.
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Ya que andamos en este tema, el director general del ISSSTE, Luis Antonio Ramírez Pineda, se registró ayer como precandidato de Morena a la gubernatura de Oaxaca.
El funcionario, hijo del exgobernador Heladio Ramírez López, no ha renunciado al cargo.
Se suma a los senadores Susana Harp y Salomón Jara, a la lista de aspirantes registrados.
Solo habría que precisar un detalle: por ley, los partidos políticos deberán postular a 3 hombres y 3 mujeres para competir por las 6 gubernaturas en disputa.
No se conoce aún por cuáles estados se decidirá Morena para postular a una mujer; Oaxaca podría ser uno de ellos con Susana Harp.
LEG