Los últimos tres años del sexenio serán de sangre y fuego. El presidente Andrés Manuel López Obrador prepara sus armas para atacar a sus adversarios a quienes no está dispuesto a darles tregua y buscará aplastarlos, siempre mirando hacia el 2024.
Señales sobran: la reunión que sostuvo con la bancada de su partido en Palacio Nacional, donde el coordinador de Morena en San Lázaro, Ignacio Mier, prometió aprobar la reforma eléctrica, y el encuentro del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, con la dirigencia y los gobernadores morenistas.
Ambas sirvieron para dar el grito de guerra e iniciar un movimiento en todo el país en apoyo de la reforma eléctrica que una parte de la oposición declaró “muerta”, pero que la otra, en aras de no ser perseguidos y encarcelados por su turbio pasado, pretende dialogar y negociar.
También los morenistas han sido instruidos en Palacio Nacional y en Bucareli para recabar los dos millones 758 mil 227 firmas que se requieren para convocar a la revocación de mandato, y llevar a votar a millones de mexicanos para que no haya duda del poder y popularidad que mantiene el tabasqueño.
Son los dos asuntos en la agenda inmediata de López Obrador, y aunque la reforma eléctrica está en riesgo, porque muchos en la oposición están en contra, el Presidente y su partido ya echaron a andar la maquinaria para presionar al PRI y que éste entregue los 57 votos que faltan para sacarla adelante.
Además, con Pablo Gómez al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera, esa oficina puede radicalizarse. Los mandamases del PRI no están precisamente limpios y los expedientes en su contra por supuestos actos de corrupción están listos para salir a la luz pública en el momento oportuno.
Quizá por eso el coordinador de los diputados del PRI, Rubén Moreira, matizó el discurso que enviaron durante la discusión del Presupuesto de Egresos, en donde de la mano del PAN advirtieron que la cerrazón del Gobierno y de Morena tendrían como consecuencia la “muerte” de la reforma eléctrica.
Horas más tarde, el coahuilense reculó: “No está muerta”, y abrió la posibilidad de dialogar sobre el tema.
López Obrador tiene acorralados a los priistas. Lo sabe y lo saben. El turbio pasado de varios tricolores puede hacerlos votar a favor para evitar vestirse de beige, como varios de sus correligionarios, entre ellos el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya.
Algunos panistas pueden tener el mismo destino. Ya hay uno en el reclusorio: Jorge Luis Lavalle, y es difícil que Ricardo Anaya libre las acusaciones que le hace la Fiscalía General de la República.
El tabasqueño está en pie de guerra, mientras la oposición no tiene brújula, sus propias dirigencias son cuestionadas por tomar decisiones unilaterales e imponerse internamente, exactamente lo que critican de López Obrador.
La lucha será feroz. Habrá una parte de ese priismo corrupto que podría ceder ante la presión presidencial y entregarle al Presidente su reforma eléctrica.
@maurijua