En la era moderna, nadie como Adele. Cuando ella no está, los artistas pueden disfrutar de sus éxitos comerciales, cuyos ingredientes principales son melodías pegajosas y letras que normalmente relatan amor o sexo. Pero cuando la cantante británica anuncia su regreso a la música, todas las personas de inmediato se hacen a un lado. Hasta Taylor Swift, una de las cantautoras más exitosas de nuestros tiempos, decide adelantar el estreno de su disco inédito en cuanto se entera que Adele saca el suyo el 19 de noviembre. Tanto miedo le tienen a su poder, así como tanto respeto, que prefieren dejarle el escenario limpio para conquistar al público.

¿Pero cuál es el don de esta mujer? ¿Cómo le ha hecho para vender millones de discos en cuestión de semanas? La respuesta es mucho más simple de lo aparente: su voz. Así lo demuestra con “Easy on Me”, el primer sencillo de su nueva oferta discográfica, 30.

A diferencia de muchos otros de su competencia, la cantante solo necesita de un simple piano y una magnética interpretación para voltear al mundo de cabeza. Desde su estreno el 15 de octubre, esta canción, que habla sobre la presión que sintió tras su divorcio, no ha salido del top 10, muchas veces colocándose en el primer puesto de popularidad.

Pero el éxito de Adele no solo consiste en su imponente timbre vocal, si no en su sabiduría para usar las melodías y letras con el fin de realmente interpretar sus canciones como historias desgarradoras. Ella entiende el poder de la emoción, además del de la nostalgia. Porque en sí misma, Adele representa aquellos artistas de antaño como Marvin Gaye, Aretha Franklin o incluso ejemplos más recientes como Amy Winehouse, quienes hacen uso del estilo R/B, así como de instrumentos orgánicos, para evocar un mensaje profundo en sus discos. Y esto también coincide con la idolatría reciente a lo antiguo, porque el mundo moderno a veces nos llena de ansiedad.

Aunque no sabemos exactamente qué nos depare el disco de hoy (esta columna fue escrita sin previo conocimiento del contenido de 30), se espera algo que tenga como rol principal la voz de Adele, con una fórmula que le funciona bastante bien para conectar con toda la audiencia, y una experiencia emocional que nos urge a todxs tener presente. 

En un mundo donde lo digital se embarra en cada una de nuestras actividades cotidianas, cada vez idolatramos más esos momentos en contacto con el mundo orgánico: leer un libro, disfrutar de la naturaleza o escuchar la vivacidad de un piano o de una guitarra.

Adele entiende esa necesidad de conectar con cosas reales, y con emociones honestas, que es, después de todo, el motivo por el cual el arte existe: para desahogarnos. 

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