¡Felices fiestas! Bueno, depende de a quién le preguntemos. Pues si bien hay amantes de cualquier cosa de estas épocas, hay quienes les encanta la víspera pero aborrecen el 24, o de plano nada navideño les gusta. Si supuestamente todo es alegría, ¿por qué no siempre se siente así?
Una razón puede ser la forzada reunión familiar, en donde los distintos miembros se juntan en casa de alguien solo por ser “lo que toca”. Existen luego temas sobre con quién irán, pues se pondrán de acuerdo con de qué lado de la familia van a participar en dicho evento. Al ser, de plano, lo en turno, tales reuniones pueden significar tensión, incomodidad y ver contar las horas, porque ni siquiera garantiza un buen momento de convivencia.
Otro pormenor del día especial es la nostalgia. Ya sea porque a la gente joven dentro de la familia ya no le emociona de la misma forma el evento, o porque nos acordamos de quienes partieron. Al ser un encuentro tan familiar, puede ser doloroso transitar por este día. Y bueno, si la Navidad, por circunstancias extraordinarias, debe pasarse sin compañía, entonces el sentimiento es mucho más adverso.
Ya con el momento en cuestión, todo depende de cómo sea la reunión. Mas fuera de organizar ene cantidad de actividades para entretener al público, si las relaciones no son buenas, o las personas no están en ánimo de festividad, el conflicto inevitablemente explotará. Es importante recordar que está bien no pasarla tan fenomenalmente ese día, porque ocultar las emociones puede ser más dañino a la larga. Tampoco se trata de estar de Grinch, pero si es necesario un momento para despejarse o llorar, totalmente válido.
El tercer tema a tratar es la depresión después de Navidad. Sobre todo para quienes estaban preparando desde noviembre la llegada de Papá Noel, el despedirse de la época puede provocar desolación. Dicho sentimiento aumenta cuando particularmente los días previos a Año Nuevo se sienten bizarros: no es momento de quitar los adornos, pero tampoco de sacar las uvas. Para muchas personas, son vacaciones en donde el mundo se siente paralizado.
Además, este año puede ser particularmente difícil, por el alarmismo del nuevo primo del bicho. Pero lo importante es no perder la esperanza, y buscar un mejor año. Vivir el presente será la clave para liberarnos. Mientras tanto, tratemos de tomar la Navidad por su cualidad más grande: reunirnos y celebrar.