Sí, seguimos en pandemia. Sí, seguimos sin poder saborear una buena fiesta desde 2019. Y sí, las series juveniles, incluso las actuales, nos siguen haciendo añorar ese pegoste de cuerpo a cuerpo, los shots improvisados y las oportunidades espontáneas para conectar con otras personas. La sed por una reunión así rara vez había sido tan grande, porque ya después de casi dos años de mucho cuidado, ya cualquiera busca un pretexto para perrear hasta el suelo.
Uno de los programas destacados en esta categoría es Euphoria, producción de HBO, pues a diferencia de otras de su tipo como Élite o Control Z, cuyo tono cae en la vorágine sexual o el abuso de sustancias desde un enfoque empapado de glamour, esta producción tiene un marco de referencia más crudo, en donde se ve el lado oscuro de las adicciones, el despertar sexual, el abuso en relaciones amorosas u otras consecuencias del libertinaje adolescente.
Durante la primera temporada, seguimos la pista de Rue, interpretada por Zendaya, una mujer de 17 años perdida en las drogas. A través de los siguientes capítulos vemos cómo ella lidia con sus demonios, además de cómo sus compañeros de la preparatoria donde asiste experimentan toda clase de problemas, bajo el marco moderno de las redes sociales.
Si tratamos de encontrarle el propósito real detrás de la serie, así como su éxito, no es la grandilocuente cinematografía, ni las excéntricas decisiones de su creador, Sam Levinson, para hacerla un deleite visual. El gancho real es su historia, porque se siente entendible o por lo menos cercana al espectador, al explorar las inseguridades y miedos que marcan a generaciones enteras.
Además, tiene un discurso interesante acerca de nuestras dualidades, y de cómo lidiamos con ellas mediante las herramientas tecnológicas. Porque al final la realidad puede ser tan tétrica que preferimos recurrir a distintos tipos de escape, o nos convertimos en otra persona para pertenecer en cualquier esfera, sea la digital o la física.
Esto no podría estar más cercano a la situación actual, donde, para muchas personas, su único contacto con el mundo resultan ser las redes sociales. Así se sentía en los primeros meses de cuarentena. Pero el panorama actual nos renueva esas ganas de conectar realmente: ya nos cansamos del Zoom, de los audios o de los mensajes.
Queremos un mundo en donde podamos ver a quienes queremos y seguir explorando nuestras posibilidades de encuentro como seres humanos. Mientras eso sea imposible de obtener, nos tendremos que conformar con el Instagram, el Facebook, el WhatsApp, las salidas con miles de litros de gel antibacterial y este tipo de series.
La segunda temporada se transmite los domingos a las 8 de la noche a través de HBO.
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