Hacía apenas unas horas desde que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunciaba al mundo el inicio de operaciones miliares en el Donbás.
El planeta comenzaba a reaccionar en cadena. Todos, desde los líderes del bloque occidental y el pueblo ucraniano, hasta personas que se encontraba al otro lado del globo y que no entendieron muy bien lo que ocurría, por lo que prefirieron compartir memes.
En Kiev, la capital de Ucrania, se encendieron las sirenas antiaéreas, detonando en la memoria de quienes las sobrevivieron el recuerdo de guerras pasadas. En redes sociales documentaban minuto a minuto las primeras horas de los ataques, las despedidas, el éxodo y las muertes.
Hace unas semanas, los expertos teorizaban sobre las razones que evitarían, invariablemente, que Moscú decidiera atacar. Aparentemente, Rusia no ganaba nada al abrir fuego. Ayer, Kiev dispuso que las instalaciones del subterráneo fueran utilizadas como búnker. Con esto, las estaciones del metro de Kiev cumplieron con la finalidad de su diseño: ser refugios antibombas. El mundo, incrédulo, observa lo que sucede en Ucrania.
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