Desde el 21 de junio la prensa reportó que el Servicio de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) había encontrado indicios del virus de influenza aviar en tres granjas avícolas de Tepatitlán y Acatic en Jalisco, por lo que instaló un cerco sanitario con una cuarentena precautoria.

 

Desde aquella fecha han transcurrido poco más de dos meses y lo que fue sólo un brote se convirtió en una epidemia que diezmó la producción de pollo y huevo en Jalisco, el estado que genera más de la mitad de la producción nacional. Alrededor de 11 millones de aves han sido sacrificadas según el más reciente reporte de las autoridades sanitarias.

 

De acuerdo a la Unión Nacional de Avicultores y a los expertos en la materia, el diagnóstico y las acciones sanitarias que siguieron los funcionarios de Senasica a través del Dispositivo Nacional de Emergencia de Sanidad Animal (Dinesa) fueron los adecuados para la evolución que siguió la epidemia. Además de fortalecer el programa de vigilancia epidemiológica de la zona con muestreos constantes y sanitización de las unidades avícolas, se aplicaron 88.3 millones de vacunas en una primera etapa y han iniciado la aplicación de 90 millones más.

 

Con estas y otras acciones -de acuerdo a Enrique Sánchez Cruz, titular de Senasica- se iniciará el repoblamiento de las gallinas ponedoras a un ritmo de cinco millones al mes para restituir la caída en la producción de huevo que ha ocasionado, entre otros factores, el fuerte incremento en su precio.

 

Afortunadamente las acciones emprendidas frente a la crisis por las dependencias de la Secretaría de Agricultura, que encabeza Francisco Mayorga, ya han logrado controlar un problema de grandes dimensiones.

 

Sin embargo, otra historia, muy distinta, ha sido el manejo de la crisis de abasto y de su impacto en los mercados alimenticios que se veía venir desde hace dos meses. La Secretaría de Economía sólo atinó desde el principio a señalar a productores y distribuidores como los culpables por el alza del precio en lugar de buscar soluciones inmediatas a un problema inminente.

 

Desde finales de junio el secretario Bruno Ferrari no se ha cansado de señalar a los especuladores como los causantes del incremento en el precio del huevo y hace casi dos meses lanzó su primera advertencia de ampliar y desgravar la importación de huevo. Antier lo cumplió.

 

“No tiene por qué aumentar (el precio), vamos a estar vigilando. No queremos que cunda el pánico, como diría algún personaje célebre”, dijo jocosamente el 2 de julio pasado. Cada semana -de los 53 días transcurridos desde aquella declaración- Ferrari ha repetido la misma argumentación y la misma amenaza, sin que el precio deje de elevarse consistentemente ante la reducida oferta en el mercado. Una lección de economía básica que el secretario de Economía no aprendió.

 

El miércoles pasado Ferrari volvió a sus irresponsables ocurrencias frente a la crisis cuando “recomendó” que mientras dure esta crisis la gente “busque otro tipo de proteína” emulando a María Antonieta con aquello de que ‘si no tienen pan, que coman brioche’, como lo caricaturizó ayer La Razón.

 

Por su propio futuro -y después de gestiones fallidas al estilo de la “política Ferrari”- el PAN debe haber entendido que para gobernar se requiere -entre otras cualidades- aptitud de sus funcionarios para la gestión pública.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com

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