¿Recuerdas el definario Atlantis y El Rollo, en la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec? Esos terrenos abandonados, que en algún momento fueron utilizados para rituales de brujería, ahora son un skate park bautizado como Parque de Cultura Urbana (Parcur).
Con 60 mil metros cuadrados y una inversión de 200 millones de pesos, el Gobierno de la CDMX recuperó estos terrenos como parte del mejoramiento de la Tercera Sección de Chapultepec.
Entre Constituyentes y Calle 10 se divisa el camino para vehículos rodeado de antiguos juguetes. Jóvenes cruzan la calle con sus patines, patinetas y algunas bicicletas.
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Hay un estacionamiento y a un costado se advierte el terreno abandonado de El Rollo, lleno de grafitis urbanos y skaters que lo visitan, quienes se balancean sobre los medios tubos que dan directo al patio principal.
Algunos curiosos son atraídos por el color del grafiti y caminan hasta la punta de un improvisado mirador que se topa de frente con el bosque. También se detienen a admirar un mural en el espacio donde antes emergían olas.
“Vengo a tomar fotos, más a los grafitis que a los skaters. Soy del Estado de México, pero mi amigo me dijo que este parque está chido y sí, hay mucho por donde picarle. Tomo fotos y me voy”, dice Arath, un estudiante de artes plásticas.
Y es que el Parcur también es sede de pintura callejera y los visitantes admirados contemplan los dibujos. En la primera pista se ve a skaters, con sus rodilleras y cascos, bajar y subir en lo que antes era una alberca.
“Estamos puliendo la técnica, primero acá en los toboganes. Esto era El Rollo, pero acá esta más ‘under’, y ya de aquí nos movemos allá para las pistas”, explica Alan, un patinador que viene con un grupo de amigos.
Se observan familias enteras y jóvenes que enseñan a otros a patinar y mantener el equilibrio. Para los niños hay una pista especial, donde se pueden deslizar y hacer en el aire los trucos esenciales con su patineta.
También se cuenta con asesores del Gobierno capitalino que imparten clases de patinaje a los más pequeños y los más grandes. Las clases son gratuitas los sábados y domingos, de una a cinco de la tarde.
“Está muy bien que las clases sean gratis. Apenas traje a mi niña con los patines y le enseñan bien. Vendremos cada sábado y domingo. Es agradable el ambiente y me gusta ver a los chavos patinar”, celebra Martha, una madre de familia.
LEG