FOTOS: GRETTA HERNÁNDEZ E IVAN CASTANEIRA
Antes de morir, el pintor Rufino Tamayo creó la Fundación Olga y Rufino Tamayo, cuyo Patronato tuvo la consigna de construir un museo que, en los años 80, sería el espacio idóneo para albergar las propuestas del arte de vanguardia, que entonces comenzaba a integrar plataformas y elementos que requerían espacios más dinámicos que los que ofrecen los museos tradicionales. Se erigió así el Museo Rufino Tamayo, que en su momento fue considerado uno de los museos de arte contemporáneo más importantes de América Latina.
Tres décadas después de su inauguración, el Tamayo entró en una etapa de remozamiento para perpetuar el espíritu de su creación; se invirtieron 102 millones de pesos (de los cuales 80% corresponde a un modelo de inversión público-privada) para remodelar mil 900 metros cuadrados de su interior y prolongar así sus formas, además de adaptar y dar unidad a sus espacios.
El día de hoy se pondrá en funcionamiento el contador digital colocado a la entrada del museo, que registrará a quienes visiten este espacio donde se han preparado seis propuestas artísticas en torno a tres ejes: la obra de Rufino Tamayo, el arte contemporáneo y la colección del museo.
He aquí, siete motivos para recorrer este museo emblemático de la Ciudad de México en su nueva etapa.
1. Sala 1: Tamayo / Trayectos
Por primera vez desde 2005 se presenta una muestra retrospectiva del pintor oaxaqueño que reúne 47 lienzos (algunos de colecciones particulares y por lo tanto poco conocidos por el público) realizados durante toda su trayectoria, desde sus primeros cuadros de tonalidades grises y sepias, cercanos a las vanguardias europeas, hasta la cúspide de su exploración de las tonalidades que dan el carácter particular a su obra: las texturas de rojo y azul que remiten al mundo prehispánico, el erotismo y la reflexión cósmica. La selección de Tamayo / Trayectos se centra en los núcleos temáticos del pintor, lo que permite recorrer el desarrollo de las ideas y emociones del artista, en un camino que le condujo a la creación de un arte esencialmente mexicano pero con carácter universal. Destacan dos piezas: Retrato de Ofelia, que el artista pintó para su esposa poco antes de que ella muriera; y El muchacho del violón, su último trabajo, terminado a los 91 años.
2. Sala 2. Boing, boing squirt de Ryan Gander
Alargar las historias, esa es la premisa con que Ryan Gander concibe sus piezas, que asocian el cine, la literatura, su experiencia vital y el sentir social para crear misterios visuales que nunca tienen soluciones sencillas. En este espacio, con el recurso del performance, Gander ha creado, ex profeso para el Museo Tamayo, una muestra en que alude al cine, el arte minimalista, la arquitectura y el trabajo de otros artistas como Cy Twombly y George Segal. En su visita a México, el artista inglés ha entregado además una pieza ubicada afuera del museo: un “juguete” especialmente diseñado para los leones africanos del Zoológico del Bosque de Chapultepec, que se exhibirá de manera permanente en su jaula.
3. Salas 3 y 4. El mañana ya estuvo aquí. Exposición colectiva
El arte ofrece una visión del mundo por venir. Esta muestra invita a recorrer nuestra idea del futuro tal como las hemos intentado descifrar. Una mirada retrospectiva a las visiones pasadas de nuestras proyecciones: el terror de la guerra nuclear, los viajes al espacio, la colonización de otros planetas, la arquitectura como la expresión en que las visiones futuristas han tomado formas concretas. A través de pequeñas “salas de época”, se presentan distintas visiones de lo “moderno” a través de elementos gráficos y audiovisuales. Destacan piezas como Once upon a time de Steve McQueen: 116 diapositivas con sonido inspiradas en el “disco de oro”, la cápsula espacial que la NASA puso en órbita para comunicar la historia de la humanidad a posibles habitantes extraterrestres; así como la revisión que se hace a la ciudad de Chandigarh, en la India, construida a partir de los planos de Albert Mayer.
4. Sala 5. Nueva matemática de Michael Stevenson
En un viaje a Panamá, con la consigna de rastrear la pista de Mohammed Reza Pahlevi, el último Sha de Irán, el artista neocelandés Michael Stevenson, se encontró con la historia de José de Jesús Martínez, Chuchú, quien en su calidad de guardaespaldas del general Omar Torrijos, había sido testigo involuntario del encuentro del general golpista con el centro de aquella investigación. Surgió entonces un nuevo personaje: el propio Chuchú, quien fue matemático, profesor, filósofo, poeta y soldado. En esos cruces de historias, ligando elementos como el video, la instalación y el arte sonoro, el artista creó un espacio donde se registra la última parte de su investigación dedicada al Sha de Irán y se agrega la de un hombre que conjugaba en su vida una concepción racional y lógica del mundo con la convicción de que, en cada puerta que se atora, está el signo inequívoco de la existencia del diablo.
5. Sala 6: Primer Acto. Exposición colectiva
La invitación al telón que descorre este primer acto está más allá del Museo Rufino Tamayo. Basta seguir la alfombra roja que, desde el Bosque de Chapultepec, conduce a los espectadores hasta la butaca privilegiada de esta puesta en escena para ser parte de la función. Una vez que el Tamayo reabre sus puertas, es necesario cuestionarse sobre la naturaleza social y política de ese acontecimiento. Aquí, el escenario es el museo y los actores el público, que con su visita se integran a este espacio de representación que cuestiona a la propia institución como un sistema que define -y limita- la forma en que el público accede a las expresiones artísticas.
6. Patio de esculturas: El día del ojo de Pierre Huyghe
Inspirado en diversas expediciones a nuestro país (particularmente a la mina de Naica en Chihuahua, los cenotes de Yucatán y el Cárcamo de Tláloc) a lo largo de 25 años, que transcurren desde la primera exposición del artista francés en este mismo museo hasta el día de hoy, la obra de Huyghe apela a fusionar antigüedad y modernidad, ritos y creencias. Su pieza está enterrada en el piso del patio y se hará visible con un protocolo de apertura durante la reinauguración del día de hoy. Una vez descubierta, los visitantes podrán apreciar una obra habitada por peces ciegos y piedras basálticas que, junto a los artefactos precolombinos que se exhiben en el centro del patio, es una muestra que apela a la mirada como testigo de una experiencia que se convertirá en ese recuerdo que, aun si permanece enterrado y oculto, existirá.
7. Modulario y Sala Educativa
El Tamayo estrena dos espacios: el Modulario, un vestíbulo de descanso diseñado por Gustavo Lipkau que cambiará su apariencia constantemente, pues será reasignado a un creador distinto cada año. Aquí, el público puede acceder a información adicional de las exposiciones y los procesos de montaje y producción de obras. Por otro lado, en la nueva Sala Educativa se ofrecerán de manera permanente y gratuita talleres para niños, adolescentes y adultos, con actividades relacionadas a las exposiciones del museo.
EL ESPACIO
- El Museo Tamayo, se ubica en el Bosque de Chapultepec y está integrado al circuito de museos junto al de Arte Moderno, el Nacional de Antropología y el Nacional de Historia.
- El costo de acceso es de $15 para el público en general y gratuito para estudiantes, maestros y adultos mayores con credencial. Los domingos, la entrada es libre.
- El arquitecto Teodoro González de León fue el encargado del proyecto de remodelación. Es él quien diseñó también el otro museo de arte contemporáneo de la capital que se inauguró en noviembre del 2008: el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.
- Como parte de la inversión privada que recibió el museo, las salas han sido nombradas en función de los donadores, lo que ha suscitado polémicas: la sala 1 lleva el nombre de Carlos Hank Rhon (político priista) y la sala 4 el de Angélica Fuentes (esposa de Jorge Vergara, dueño de las chivas). El presidente del patronato de la Fundación Olga y Rufino Tamayo, David Cohen, explicó que las salas se han nombrado así debido a un “compromiso vitalicio” de quienes los ostentan para aportar una cantidad anual para su mantenimiento. Asegura que el nombre se respetará “mientras se respete la cuota”.