Karina Aguilar Vega
Llegó el gran día, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo la oportunidad de inaugurar la primera obra insignia de su administración y una de sus principales promesas de campaña, el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles”, que se ubica en el municipio de Zumpango, Estado de México.
El problema es que, ante las prisas por cumplir con una fecha, fue inaugurado incompleto, sin caminos directos y seguros que lleven a ella y con grandes discrepancias entre el discurso y la realidad.
Como Presidente electo, el 23 de agosto de 2018, López Obrador dio a conocer el primer boceto del nuevo proyecto, el Aeropuerto de Santa Lucía que meses después sería rebautizado con el nombre de “Felipe Ángeles”.
Sin embargo, este primer boceto nada tiene que ver con el actual nuevo aeropuerto, es más, desde 2018 hasta 2021, el Gobierno de México presentó cinco proyectos distintos de la misma terminal aérea. Parece que los círculos y rectángulos del primer boceto, no cuadraban con el espacio aéreo y las condiciones de seguridad.
Y es que mientras su primer dibujo advertía la operación simultánea de tres pistas en un espacio determinado; para el quinto proyecto, sólo aparecen dos pistas que podrán operar al mismo tiempo y que tuvieron que ser reorientadas, ante la “aparición” del cerro de Paula; y la tercera pista queda para uso militar, pero no podrá ser usada al mismo tiempo.
El Gobierno de México ha presumido que la obra costó 75 mil millones de pesos y que se hicieron grandes ahorros. ¿En serio? En 2020 la inversión fue actualizada a 80 mil millones de pesos y en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 se autorizó una nueva asignación, por lo que el proyecto ascendió a 115 mil millones de pesos.
Ello, sin contar el costo que tuvo la demolición del complejo habitacional y las oficinas de la Sedena que impedían la operación del Aeropuerto en Santa Lucía.
Además están todas las obras secundarias que se siguen construyendo para permitir un “fácil” acceso a una terminal aérea que sólo tendrá dos vías directas de llegada y salida, la autopista México-Pachuca y el circuito exterior mexiquense. Roguemos que no haya bloqueos ni accidentes, de lo contrario perderemos los vuelos.
Se prometió un aeropuerto que durante su primer año atenderá a 2.4 millones de usuarios con 60 operaciones diarias, no obstante, durante la primera semana, sólo hubo seis vuelos al día.
Y por si fuera poco, el gran proyecto no se cumplió: no hay una oficina de aduanas, por lo tanto no podrá ser un centro de logística y en consecuencia tampoco hay una terminal de carga internacional. No se tiene una base de mantenimiento, no hay un centro de respaldo de comunicaciones, todavía no hay hoteles, tampoco cajeros automáticos, ni tren suburbano.
Parece que este Gobierno desperdició -una vez más- la oportunidad de tener el gran centro de conectividad entre Europa, América y Asia.
Y en Pregunta Sin Ofensa:
¿Logrará la oposición en la Cámara de Diputados cambiarle más de una coma a la reforma eléctrica propuesta por el presidente, Andrés Manuel López Obrador?
@aguilarkarina