Lo que le faltaba a Rajoy para viajar a Catemaco, más allá de tener o no una combinación de rasgos fanáticos y espiritistas (simplemente salir de la calurosa Madrid le ayudaría a colocar el estrés en el ecuador del pensamiento chamán), se le presenta todos los días como para que no quepa la menor de las dudas. Cuando no son sus ministros de Economía y Hacienda, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, los que detonan el cada vez menos sorpresivo fuego amigo, es su ministro de Industria (José Manuel Soria) con el propio Montoro, los que se agarran de la greña por diferencias fiscales en los bienes energéticos. En este contexto, no olvidemos que Rajoy eliminó la plaza de vicepresidencia económica con tal de ahorrarse unos cuantos euros por lo que él mismo asumió la responsabilidad de ser réferi entre sus ministros.

 

Otro buen día, quien se consideraba el progre de la tribu de Rajoy, Alberto Ruíz Gallardón, ministro de Justicia, declara que está esbozando sobre las rodillas un proyecto de ley sobre el aborto cuya naturaleza tendría como principal objetivo, echar abajo la ley que, sobre la materia, aprobó el chupacabras español, José Luis Rodríguez Zapatero.

 

El rey Juan Carlos ha hecho hasta lo imposible para echarle una mano al presidente español pero su portafolio de herramientas es escaso. Don Juan Carlos se resiste a abandonar el mundo del cotilleo (chisme), que proyectado en horario premium, presenta más puntos de rating que los goles de Messi.

 

Por si fuera poco, la dulce señora octogenaria Cecilia Giménez se metió a la iglesia de la Misericordia de Borja para restaurar un “monumento” supuestamente histórico, un ecce homo cuyo valor estético (original) bien lo podría pagar cualquier mileurista. La señora, tuvo a bien destrozarlo, y con ello, incrementarle el valor hasta dejarlo comparable con las obras bromistas de Damien Hirst.

 

Rajoy pensó que las vacaciones veraniegas se convierten en eclipse de placer. Ni hablar de recorte en el gasto público ni de los múltiples incrementos en los impuestos cuya mayor imposición recaerán en los bienes culturales (21%). Pues bien, el presidente vasco (lehendakari), Patxi López, decidió lo contrario al arrojar la toalla frente a la imposibilidad de continuar con la escalada de recortes en el sector social. Anunció que no se esperará al próximo mes de marzo a entregar el poder por lo que el 21 de octubre someterá su continuidad a través de elecciones generales.

 

El Partido Popular (PP) ya había decidido retirarle el apoyo al socialista Patxi López en el congreso vasco desde hace ya varios meses, sin embargo, el presidente Rajoy no esperaba que los socialistas hicieran un movimiento en el tablero de ajedrez político para arrinconarlo: soberanía, brazos ideológicos de ETA, socialistas o podadores de presupuesto (PP). Espectro que los vascos verán en sus boletas el día de la elección.

 

En las últimas tarde veraniegas, Rajoy decidió mover una de sus pocas fichas que le quedan sobre el tablero. Para ello habló con el presidente gallego (Xunta), Alberto Núñez Feijóo, con el objetivo de contra atacar a la estrategia vasca. Ahora, quien adelantó elecciones es el presidente de la Xunta. Rajoy confía en extrapolar a toda España un resultado positivo del gallego popular. Una especie de plebiscito.

 

Lo seguro en el resultado de las elecciones vascas es que el Partido Popular no gobernará. Lo contrario sería una sorpresa. Por esta razón, Rajoy no podía quedar tan vulnerable al cierre del año. Las crisis se le acumulan.

 

Por ello Rajoy no tendría que despreciar un viaje a Catemaco. Pero en caso de que no le agrade la idea, le queda la oportunidad de viajar a la iglesia de la Misericordia de Borja, en Zaragoza, para encender una vela a la obra artística de doña Cecilia Giménez. Dosis de relajación.

 

fausto.pretelin@24-horas.mx | @faustopretelin

 

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