Madrid. El jueves pasado un grupo de instructores y un miembro de la Marina Armada de México fueron atacados por lo menos por tres vehículos, los cuales fueron protegidos por dos muros de seguridad proporcionado por elementos de la Policía Federal, en ambas direcciones de la carretera. Esta maniobra permitió que los agresores pudieran escapar. Los 12 elementos de la Policía Federal estaban realizando un “operativo” en la zona, sin embrago hasta ayer no había registro de que estuvieran acompañados de un Ministerio Público o que tuvieran mandamientos judiciales en su poder.
La policía federal es una de las instituciones que más ha crecido en presupuesto durante este sexenio y que mayor apoyo político ha tenido. Sin embargo, una ejecución deficiente y un alto grado de corrupción han dado resultados catastróficos, que ponen en duda la viabilidad de la institución, dado que uno de los objetivos principales era ganar la confianza de la sociedad para poder hacer un frente común contra el crimen organizado.
La credibilidad de la policía federal se ha desplomado ante los ojos de la sociedad dado las frecuentes contradicciones en las que cae cuando enfrenta episodios de corrupción, como fue el enfrentamiento entre sus elementos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
La inseguridad y falta de control que existe en las carreteras y las fallas de seguridad en los aeropuertos sólo han beneficiado a los grupos de crimen organizado que pueden transportar drogas, armas o personas a lo largo y ancho del país, ya que hay elementos de la policía federal que son fáciles de cooptar, aún cuando son de las policías mejor pagadas en el país y en varios puestos operativos sus salarios son mayores a los que tienen elementos de la SEDENA y Marina.
La facilidad de movilidad del crimen organizado es una de las razones por las cuales los narcotraficantes mexicanos son los más poderosos en el mundo y controlan los mercados de la cocaína, metanfetaminas y mariguana. Y ahí es donde ha fallado la policía federal en la custodia de instalaciones estratégicas y el resguardo de carreteras federales para impedir que florezcan los negocios ilícitos.
El concepto de la policía federal es el correcto, su diseño es perfectible pero su ejecución y supervisión son los que han fracasado. La próxima administración deberá revisar el esquema de control de confianza, método que se utiliza para seleccionar al personal que ingresa a las áreas de seguridad, porque este no ha probado ser el más eficiente. En la mayoría de los casos los exámenes de control de confianza solo se aplican al ingresar a una dependencia de seguridad y no se da un seguimiento a la trayectoria del personal. A su vez, la falta de un desarrollo profesional y poca claridad en los criterios de promoción, han hecho que los buenos elementos se desmotiven y salgan de la institución.
La asignación presupuestal dentro de la misma policía federal no se ha realizado con criterios que privilegien a los mandos operativos. Un ejemplo es la falta de chalecos blindados y equipo táctico que carecen, así como la falta de cámaras en las patrullas para verificar que hacen los elementos y ante sucesos como los de Huitzilac no quede duda que quién fue el responsable.
Hoy tenemos una policía federal desmotivada, con elementos corruptos, mal organizada y muy lejana a la ciudadanía. Pero es la única que tenemos y es nuestra obligación como sociedad empujar para que esta cambie si queremos vivir en un país en paz.
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