Hoy nacerá formalmente un nuevo aeropuerto.
El internacional de Tulum, llamado a ser a la vez complemento y competidor del de mayor afluencia en el país, el de Cancún.
No por casualidad comenzará a gestarse en el recién inaugurado en Santa Lucía, el AIFA, pues lo construirá la misma persona.
Al frente estará el general Gustavo Vallejo, quien desde hace semanas tiene a sus enviados en actividades de desmonte y preparación del terreno.
La presentación en sociedad, metáfora arbitraria, será ante la Organización de Aviación Civil Internacional, OACI, por sus siglas en inglés.
La representará su director regional Melvin Cintron, quien conocerá a detalle las especificaciones de algo así como 700 hectáreas y un plan de largo plazo.
Para las personas dadas a las comparaciones, en espacio será equivalente al AICM, pero sin sus síndromes, improvisaciones, parches y saturaciones.
CERTIFICACIÓN INTERNACIONAL
El diseño está listo.
Fue encargado a un grupo de arquitectos y hoy se darán los nombres de los autores y beneficiarios de esta asignación directa.
Mientras, confirmemos algunos datos:
Tendrá dos pistas para operaciones simultáneas -no tan cercanas como las del capitalino-, su primera fase estará concluida en año y medio con una sola pista.
El acto matutino de hoy será breve, con apenas algunas explicaciones -el general Gustavo Vallejo, el invitado Melvin Cintron, el director del Seneam, Víctor Manuel Hernández, y alguien más- para preparar la certificación internacional.
Acto adicional será la inauguración de La Hacienda de Santa Lucía, un centro de convenciones con el cual se le pretende dar más vida al AIFA y también bajo control de la administración aeroportuaria del general René Trujillo Miranda.
Una vez cumplida la encomienda de entregar las construcciones civiles, se supone, el general Vallejo se trasladará a Quintana Roo para materializar un proyecto inicialmente propuesto por empresarios pero trasladado al erario por decisión presidencial.
AMLO QUIERE VOLAR DEL AIFA
En tanto, el Ejército analiza un deseo presidencial:
Despegar y aterrizar en sus viajes nacionales y eventualmente internacionales desde Santa Lucía para demostrar su utilidad y promover su uso popular.
No es fácil.
Salir y regresar de Palacio Nacional, donde vive con su familia, le quitaría mucho tiempo en perjuicio de la atención de asuntos públicos.
El aeropuerto de Balbuena está más cerca con una ventaja: se ha evitado la molesta aparición pública y el riesgo de gritos e insultos, o de selfies y peticiones, al no pasar por las salas de espera.
Simplemente llega y, gracias a la presencia de casi mil 500 marinos, le dan acceso directo en plataforma y sólo es visto por los pasajeros del vuelo.
Si es posible, no trasciende su horario de salida y pueden sorprender al verlo en su asiento con algún colaborador o guardaespaldas disfrazado de ciudadano común.
Si al final los militares le crean logística para ir y regresar a Santa Lucía con rapidez, su presencia servirá para incrementar su uso, hoy marcado por una media de un centenar de servicios.
A veces son poco más de 70 y en pocas ocasiones ha llegado a 120 operaciones, mayoritariamente de carga seguido por militares y hasta aterrizaje y despegue de helicópteros.