Indignación, preocupación, impotencia. Ese fue el ánimo imperante en la casa de campaña de Andrés Manuel López Obrador mientras el Tribunal Electoral declaraba infundados los argumentos del Movimiento Progresista para declarar la invalidez de la elección presidencial.

 

Las señales de los últimos días parecían confirmar lo inevitable. Desde el mediodía, los dirigentes del PRD ya presagiaban un fallo desfavorable para la izquierda.

 

“Esperábamos que el Tribunal se apegara a derecho y es obvio que no lo hará. Va a admitir la violación a la Constitución. No hay quien defienda el derecho a la legalidad e institucionalidad”, afirmaba con resignación la senadora Dolores Padierna, tras reconocer que la izquierda optaría por una estrategia de protesta diferente a las movilizaciones de 2006.

 

“Vamos a hacer sin duda un plan de acción pero no va a ser tradicional, vamos a hacer cosas nuevas”, dijo.

 

El semblante de Jesús Zambrano, presidente nacional del PRD, evidenciaba la tensión del momento. Versiones publicadas en la prensa dieron cuenta de una conversación entre el líder perredista y López Obrador en la que el tabasqueño le anticipó que tras el fallo del Tribunal cada uno irá por su lado.

 

Zambrano, visiblemente molesto al ser cuestionado sobre el citado diálogo, no negaría la versión. Se limitó a decir que por la noche se reuniría con López Obrador para que el PRD fijara una postura oficial el día de hoy, luego de que la Comisión Nacional Política del sol azteca y sus bancadas en el Congreso comenten la resolución del Tribunal.

 

“Vamos a esperar. No haré ninguna declaración fuera de la posición oficial del partido”, dijo.

 

Alrededor de las 17:15 horas, López Obrador llegó a sus oficinas en la colonia Roma, con el rostro serio, sin decir una palabra, evadiendo a la prensa que montaba guardia en la fachada del edificio. Minutos más tarde llegaría Ricardo Monreal para seguir a detalle cómo los magistrados desechaban uno a uno los argumentos presentados por la izquierda en el juicio de inconformidad. La primera reacción no tardaría en llegar.

 

“Hay luto en el país. No les importa nada, todos están alineados con el poder, incluyendo los magistrados, por los comentarios que he escuchado. Lo más grave es que están consumando la imposición”, dijo.

 

Lo demás fue silencio. Sólo transcurrir de las próximas horas diría si, efectivamente, la ruptura entre el lopezobradorismo y el PRD terminaría de consumarse con la unción de Enrique Peña Nieto como presidente electo.