El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió apoyar a la dictadura cubana con recursos del erario mexicano a través de una figura que pensó que le ganaría el aplauso de sus feligreses: traer médicos cubanos para que apoyaran a los más pobres de este país.
¿Qué podía salir mal? Algo muy simple, las cuentas. Sobre todo, porque este intento reciente que le ha costado caro al Presidente en popularidad no es la primera vez que la 4T usa esa fórmula de traspaso de recursos mexicanos al régimen cubano.
En plena pandemia, el Gobierno de López Obrador contrató a la dictadura cubana 585 médicos, durante tres meses, a razón de 255 millones de pesos mexicanos por esos servicios.
Esto implicaría el pago de casi 150 mil pesos mensuales para cada médico cubano. Solo que se pudieron demostrar dos cosas, la primera es que esos profesionales extranjeros no se quedaron con el dinero y la segunda que un médico mexicano contratado para la pandemia recibía no más de 5 mil pesos.
Ya con este antecedente a cuestas, fue muy difícil que hasta sus más fieles y acríticos seguidores volvieran a comprar ese discurso de los sacrificados médicos cubanos que harían lo que los médicos mexicanos no se atrevían.
Y cada vez que el Presidente es descubierto en una maniobra así, y lo cuestionan hasta sus incondicionales, explota y reacciona hasta con violencia.
Lo hizo cuando quedó al descubierto el estilo de vida de su hijo mayor en Houston, Texas y lo repite ahora con el escándalo de los médicos cubanos.
El control de daños ante el descubrimiento de esta estrategia de transferencia de recursos a la dictadura cubana va por dos carriles, la radicalización del discurso presidencial y el intento de confundir a la opinión pública.
“¡Que se vayan al carajo!” Esta es la mejor síntesis de la reacción violenta de López Obrador en este caso.
Y la estrategia de confusión está montada en aquello de las plazas para médicos especialistas que ahora puso en marcha el Presidente desde la tribuna mañanera.
Y es que son peras y manzanas. Supuestamente los médicos cubanos son para brindar atención primaria en zonas rurales de difícil acceso y la convocatoria para cubrir 13 mil 765 plazas vacantes de médicos corresponden a médicos especialistas.
Solicitar un especialista implica que pueda llegar a un área de trabajo, clínica u hospital, que tenga el instrumental mínimo indispensable. Esas son peras.
Y un médico, general o especialista, que vaya a comunidades rurales con su maletín implica un trabajo muy diferente de lo que busca la convocatoria abierta. Esas son manzanas.
La estrategia propagandística del Presidente ha puesto al servicio de esta confusión a uno de sus mejores hombres, a Zoé Robledo, para que, tras el fracaso de la convocatoria, cuando no se cubran las casi 14 mil plazas de especialistas, pueda salir el Presidente a decir: “se los dije” y justifique así la contratación de los médicos cubanos.
Es un hecho, el presidente López Obrador decidió traspasar recursos mexicanos al régimen cubano y será bajo la figura de la contratación de los médicos cubanos, no hay marcha atrás.
@campossuarez