Las pasadas elecciones evidenciaron un hecho indiscutible y que afecta a todos los partidos políticos nacionales: ninguno tiene la capacidad para movilizar votantes masivamente y que los gobernantes electos tengan la representatividad necesaria para poder gobernar con solvencia. Hoy gobiernan minorías que buscan imponerse sobre una mayoría silenciosa, pero peligrosamente en el límite de su paciencia. Estamos ante el ideal del totalitarismo.

Los ciudadanos, hartos de los resultados de los gobiernos pasados y presentes le han dado la espalda a los políticos, a sus partidos y a lo que éstos representan en sus vidas. Nada.

La carencia crónica de todas las fuerzas políticas, sin excepción, de presentar propuestas para mejorar la vida de las personas y su incapacidad de trasmitir ideas que conmuevan a los ciudadanos ha terminado en una cruel paradoja; los ciudadanos han abandonado a la política y los políticos han tomado por asalto al país. Sin querer, les entregamos la plaza.

¿En qué están los partidos políticos hoy?

El PRI está en el centro del debate político; radioactivo, repulsivo, agónico, representa todos los males -reales o imaginarios- del país. Fue la dictadura perfecta. Ahora todos quieren ser el “nuevo” PRI; la maquinaria político electoral por excelencia. Muchísimos mexicanos tenemos a un “pequeño priísta” viviendo en nuestro ser político, nos costará trabajo vivir sin él. ¿Cambiar al PRI? Imposible. Antes tiene que cambiar México. Mucho.

Morena, con sus corcholatas definidas, en espera del visto bueno del jefe supremo, no encuentra cómo capitalizar el carisma de su creador. Su capacidad de ganar elecciones está condicionada a los recursos, aparentemente infinitos, de los programas sociales del Bienestar y al apoyo del Presidente. Pero ni así consigue cercanamente lograr participaciones electorales mayores a 35%. Su solución para lograr un candidato: dos encuestas que tienen por destino el “dedito elector” de AMLO.

El Partido Verde está en lo de siempre: ¡Se vende partido político al mejor postor! Sin pudor alguno, apoyará a quien sea con tal de mantener su cuota de poder correspondiente. Es la gran puta del sistema.

El PT es igual que el PV, pero en su versión más callejera y vulgar.

El debate interno del PAN los está desgarrando, ¿Qué somos? ¿Qué fuimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿A quién representamos? Hundidos ideológicamente y sin identidad propia, buscan en otros partidos lo que perdieron con su militancia. El PAN debe refundarse, recuperar una narrativa ilusionante y convincente para sus militantes y simpatizantes. Después podrá en una Alianza en serio.

En Movimiento Ciudadano dicen que la oposición debe girar en torno suyo y si alguien -el PAN- quiere hacer algún tipo de alianza electoral, será con las propuestas de MC. Se ven como el “legítimo” sucesor del moribundo PRI. En las elecciones pasadas fueron totalmente irrelevantes. La respuesta de Dante Delgado lo dice todo: en esos estados no teníamos ninguna participación y ahora tenemos 2%, ¡el crecimiento fue exponencial! Locura total.

El PRD está aniquilado. Hay quien cree que su historia -Cárdenas- aún vale algo. La verdad es que ya no representan nada. Su dirigencia quiere vender esa historia a la Alianza como su única esperanza de llegar a la elección de 2024. No tienen futuro.

Se ve difícil, pero sí se puede cambiar. Pensemos fuera del contexto solo de los partidos políticos y atrevámonos a imaginar algo diferente: un México justo, un país donde todos estemos representados. Vale la pena pensarlo.

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