A veces la política mexicana me deja la sensación de que nunca pasa nada realmente importante, como si fuera muy aburrida.

 

Los conflictos magisteriales son recurrentes desde que yo tengo uso de razón. El Zócalo de la Ciudad de México siempre ha estado copado de manifestantes. Las calles son bloqueadas de manera recurrente por protestas políticas. Los conflictos son prácticamente los mismos desde las elecciones de 1988. De cinco elecciones presidenciales desde entonces, la izquierda sólo reconoció los triunfos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox.

 

Algunas manifestaciones pueden añadir elementos jocosos o bochornosos, desde los manifestantes nudistas de los 400 pueblos, hasta uno que otro enmascarado. Recién hemos llegado niveles grotescos, con actos escatológicos sobre un cartel de Enrique Peña Nieto.

 

Seguramente quienes se quedaron convencidos de que la elección presidencial de este año fue fraudulenta también están cansados de que el balón de futbol tenga dueño: las televisoras, las telefónicas, los bancos, el PRI, el PAN, los poderes fácticos, la maestra, el “tícher” y, parafraseando a Dorfman y Matelart en su clásico de 1972, hasta el Pato Donald.

 

En esta política de disco rayado, los triunfantes traen también el mismo discurso de cuando se fueron, y los derrotados repasan sus errores con los mismos criterios con los que el PRI repasó los suyos a fines del 2000, o sea, con los ojos cerrados.

 

Lo que suceda en los próximos años en la política mexicana podría estar escrito ya en cualquier libro de historia contemporánea: un programa social altamente corporativista emanará del gobierno peñista; una oposición de izquierda radicalizada y confrontada con la izquierda conciliadora, una oposición de derecha “concertacesionando”. Hacia 2018 podríamos ver un PRI fortalecido o un PRI que no entendió lo que sucedió mientras no estuvo en Los Pinos, pero sin duda veremos una izquierda radical denunciando lo que jamás podrá probar. Marchas para cada informe, para cada 2 de octubre, el primero de diciembre por supuesto o el día del maestro.

 

¿Realmente tenemos tantos límites para generar una política constructiva? ¿Realmente tenemos que estar luchando entre posiciones extremas como el colaboracionismo o el sabotaje? Las escenas que se vivieron en las puertas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación hace unos días están tan repetidas, representan lo opuesto al heroicismo que sus protagonistas reclaman, y transmiten tanto pesar.

 

Andrés Manuel López Obrador nuevamente engañó a sus huestes. Las tiene radicalizadas para conservar un liderazgo que sólo favorece a la oligarquía que él acusa. Repite y repite sus discursos. Ciertamente era el único que en las pasadas elecciones podía disociarse de los poderes fácticos … porque él mismo es un poder fáctico. Mientras Televisa aderezaba un candidato, él aderezó una política intolerante abusando de sus miles de seguidores. En sus manos estaba encauzar a los decepcionados del sistema, aprovechando que la izquierda obtuvo uno de sus mejores resultados.

 

México necesita un gobierno de izquierda, sin duda alguna. Urge luchar contra esas acciones gubernamentales recurrentes que favorecen a los poderes económicos: las privatizaciones amañadas, el rescate bancario, el rescate carretero, la entrega de la banca a extranjeros sin una política de financiamiento del desarrollo, las concesiones de frecuencias, etcétera. ¿No será que esta política radical lo que pretende es que la izquierda nunca triunfe? ¿No resulta López Obrador un simple esbirro de la mafia a la que acusa de robarle (dos veces) la Presidencia?

 

Esta política aburrida actúa en realidad como la coraza de una economía aburrida. Los radicalismos sólo han favorecido al status quo. Salinas de Gortari se volvió un presidente exitoso en la medida que concertó con la derecha y radicalizó a la izquierda. Calderón favoreció a los poderes fácticos porque tuvo que descansar su debilidad política en ellos.

 

Por ello me pregunto, en medio de esta política aburrida ¿qué nuevo mafioso se beneficiará de estos radicalismos durante el próximo gobierno?

@GoberRemes