Obama inicia hoy la aventura de su relanzamiento para intentar quedarse cuatro años más en la Casa Blanca. La buena noticia para él se llama Mitt Romney, un personaje que fue eclipsado por el actor Clint Eastwood el día de la gala en que se presentó en sociedad. La mala noticia es la circunstancia que rodea a más de 20 millones de estadunidenses que no tienen trabajo o que sortean los frecuentes despidos (empleados de los laboratorios Pfizer, en Nueva York, sufrirán otro recorte en octubre). Es la economía la única que puede destronar a los símbolos patrios. La misión de Romney es clara: convertirse en un candidato monotemático. Obama tendrá como misión aplicar una estrategia hipnótica sobre los electores para que olviden durante unas semanas la situación económica.

 

En 2009, el año que cimbró debido a la recesión más profunda y prolongada que se haya visto en casi ocho décadas, el PIB de Estados Unidos tuvo una contracción del 3.1 por ciento. Dos años después, en 2011, cerró con un crecimiento del 1.8% pero desde ese momento el ritmo ha descendido, de un 4.1% durante el último trimestre del año pasado, a un 2% al finalizar el primer trimestre del presente año. Los números no le ayudarán a Obama durante su campaña. Lo que más deseará Obama durante la campaña será hablar de todo menos de economía… y de política exterior.

 

Una de las debilidades que sorprende del actual presidente Obama, fue su política exterior. Las expectativas a su llegada ascendieron súbitamente. Sin embargo, Obama no logró mover a Estados Unidos de la posición laberíntica en la que lo dejó su antecesor, George Bush. Los saldos militares en Afganistán no son positivos. Obama aprobó dos incrementos significativos de tropas en Afganistán. En respuesta, los talibanes multiplicaron sus ataques tácticos, a tal grado, que Estados Unidos anunció hace tres días la suspensión de la capacitación que venía impartiendo al equipo de seguridad afgano, debido a las infiltraciones que han sufrido por parte de los terroristas. Otra de las innovaciones de Obama respecto a Bush, son los múltiples ataques no quirúrgicos a Paquistán a través de los mágicos drones (aviones no tripulados) cuyos daños colaterales superaron a los efectos eficientes (matar terroristas). Durante el gobierno del presidente Obama han ocurrido, al menos, 239 ataques, cinco veces más que su antecesor, George Bush. Un tercer elemento que concatena con el lenguaje bélico de Obama es la no derogación de la famosa ley Patriótica después de que, durante su campaña de 2008, la calificó de “peligrosa y mal hecha”.

 

Antes de que se convirtiera en presidente, Obama prometió un acercamiento frontal y “sin condiciones previas”, con los líderes de Cuba, Irán, Corea del Norte, Siria y Venezuela. Cuatro años después no pasó absolutamente nada salvo el envío de una carta diplomática de pésame a Corea del Norte como consecuencia de la muerte de Kim Jong-il. Sobre México, Obama no salió del guion Iniciativa Mérida. Sobre los dreamers recordó, hace pocos meses, que hacen demasiado ruido electoral. De ahí el cuarto de enchilada.

 

Obama otorgó a la CIA vía libre para expandir sus poderes y aprobó asesinatos selectivos. Queda en la memoria la fotografía en la que aparece Obama junto a Hillary Clinton observando el ataque de 79 SEAL, los soldados de elite de la marina estadunidense que llegaron a Pakistán en helicópteros. Lo que supimos después fue el guion de una película de Sylvester Stallone en el que, al final, el cuerpo del malo es arrojado al fondo del mar. El espectador global aplaudió mientras las leyes se ruborizaban. “Ni modo, se lo merecía.”

 

Inician las campañas electorales más atractivas del mundo cuyos candidatos son dos débiles figuras. El ganador será el menos débil.

 

fausto.pretelin@24-horas.mx | @faustopretelin

 

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