La más reciente arenga nacionalista del presidente López Obrador incendia las redes sociales, llega a las posiciones relevantes en los medios de comunicación y en ciertos sectores sociales se convierte en tema de conversación. Logra su cometido.
Pero esas palabras estridentes del Presidente ya no deprecian al peso ni tiran la bolsa.
Vamos, no es que la 4T no tenga la capacidad de afectar el buen desempeño de los mercados. Vaya que este régimen ha sido capaz de socavar la confianza y derrumbar las inversiones productivas, pero tampoco hay tanta atención a todo lo que dice López Obrador cada mañana.
Más allá de las casi 80 mil “afirmaciones no verdaderas” del Presidente en su conferencia mañanera, según reporta la consultora SPIN, hay total claridad que ese montaje matutino tiene un propósito más proselitista que informativo.
Es una realidad que en el sector energético el actual régimen ha movido las cosas, dentro y fuera del marco legal, para privilegiar a las empresas estatales Pemex y CFE.
No hay duda de que a partir de una visión personalísima del presidente López Obrador se ha discriminado a las empresas energéticas privadas, básicamente extranjeras, que encontraron en la Constitución de nuestro país y en los tratados internacionales un sustento legal para confiar en invertir en México.
Estados Unidos intentó un acercamiento directo con el Presidente para mediar en ese trato discriminatorio a los intereses de las empresas estadounidenses. Al final lo que obtuvieron fue un nuevo fan de López Obrador en la figura de su embajador y que se impusieran los duros de la Casa Blanca, con Katherine Tai a la cabeza, para emprender la ruta legal vía el acuerdo comercial trilateral, el T-MEC.
Lo poco que sabe la opinión pública de Estados Unidos y Canadá es que sus países ya reclamaron a México la discriminación de sus empresas. No hay tanto conocimiento del mecanismo de consultas que antecede el establecimiento de un panel especializado que puede derivar en sanciones comerciales.
Mucha menos atención merece en esos países la estrategia del Presidente mexicano de envolverse en la bandera nacionalista y aventarse desde la tribuna del festejo de la Independencia, el próximo 16 de septiembre, para defender la forma de pensar del propio López Obrador.
Ese es un mensaje interno, básicamente para sus seguidores, esa es una estrategia que marcan los manuales de la propaganda y el populismo para elevar una apuesta interna de fractura y división social que haga que los electores tengan que, necesariamente, tomar partido rumbo a las elecciones que vienen.
Y vamos a ver más, mucho más, de esto en los meses por venir. Todos estaremos entretenidos en una discusión interna interminable y con una polarización social que, insisto, no tarda en pasar una factura mayor.
Pero por lo pronto, desde la perspectiva de los mercados, lo que esperan es el resultado de lo que marcan los procedimientos del acuerdo comercial.
Si tras las consultas formales se decide establecer un panel de solución de controversias, ahí empezarán las preocupaciones más visibles en los mercados, porque implicará que la obcecación presidencial prevaleció en las pláticas formales.
Y si el panel deriva en sanciones comerciales, a la vuelta de varios meses, entonces sí, hay que prepararnos para una reacción económico-financiera que hoy no podemos imaginar.
@campossuarez