Ramala. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) pedirá el próximo día 27 a la Asamblea General de la ONU que acepte a Palestina como “estado no miembro”, una decisión con la que el presidente palestino, Mahmud Abbas, desafía las presiones de EU para que no lo haga.
“Vamos a ir a Naciones Unidas (con la petición) el 27 de septiembre”, dijo Abás (también presidente de la OLP) en una comparecencia en la que, preguntado por las presiones de Washington, aseguró que “estamos dispuestos a afrontar cualquier consecuencia”.
Según Abbas, que convocó a la prensa en la sede del gobierno palestino (muqata) de Ramala a raíz de una ola de protestas sociales estos últimos días en Cisjordania, los palestinos quieren decirle al mundo que “somos un estado bajo ocupación”.
“Tenemos 133 países que reconocen el Estado de Palestina con Jerusalén como capital y docenas de ellos mantienen relaciones diplomáticas con nosotros”, dijo Abbas, quien se refirió también a la “decisión estratégica” que requiere aún completar un proceso burocrático que ya está en marcha.
La posibilidad de acudir, o no, con la petición en el próximo período de sesiones de la Asamblea estaba a la espera de una decisión crucial porque el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había exigido congelar cualquier proceso hasta después de las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo 6 de noviembre.
En ese sentido, Abbas se mostró decidido a enfrentarse a una situación que coloca a los palestinos “ante dos opciones difíciles”.
“La una es ir y sabemos lo que nos espera después; la otra no ir y llegar a la conclusión de que somos unos incapaces”, resumió en una comparecencia en la que afloraron en varias ocasiones unos toques muy personales de cinismo con los que trató de sacudirse las críticas populares de los últimos días.
Entre las posibles sanciones que los palestinos pueden afrontar está el bloqueo por el Congreso estadounidense de la ayuda que se les concede anualmente, tal y como ocurrió en 2011 cuando pidieron a la ONU el ingreso como estado de pleno derecho.
Esta primera solicitud está estancada en el Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos tiene derecho de veto.
En esta ocasión el argumento de los sucesivos enviados de Obama a Ramala durante el verano fue el de que la Casa Blanca no verá con buenos ojos ninguna iniciativa que pueda poner en peligro su reelección.
Un argumento al que también recurrió Washington para “convencer” a Israel de que descarte cualquier idea de atacar a Irán por el programa nuclear que desarrolla.
También tuvo palabras de crítica para el movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza y al que acusó de “torpedear” la reconciliación interpalestina mediante los impedimentos que ha puesto para que la Comisión Electoral Central efectúe el registro de votantes en la franja.
Abbas acusó hoy también a Hamás de fomentar la situación de crisis que vive la Autoridad Nacional Palestina (ANP), donde el déficit público va acompañado de una pronunciada subida de precios en la gasolina y otros productos básicos.
Según el presidente palestino, los túneles por donde pasa el contrabando entre Egipto y Gaza, operación que se hace con el permiso, cuando menos tácito, de Hamás, socavan la capacidad de recaudación de tasas de aduanas que servirían para financiar la administración.
“Los 2.000 túneles han creado 1.000 millonarios”, dijo Abás sobre una actividad por la que Hamás cobra comisiones para financiar su propio gobierno.
Lo que no ofreció el líder palestino en su comparecencia fueron soluciones a la ciudadanía para afrontar el creciente desempleo y la carestía de la vida, más allá de anunciar una reunión, mañana, domingo, del gobierno con un grupo de tecnócratas para buscar salidas.
El principal agujero en las arcas palestinas lo ha provocado el incumplimiento por varios países del golfo Pérsico de las donaciones a las que se comprometieron para este año, por valor de unos 350 millones de dólares.
El primer ministro palestino, Salam Fayad, en la mira de las protestas populares, adelantó el jueves que para pagar los sueldos de agosto la ANP está a la espera de unos 200 millones de dólares de la ayuda estadounidense, que ahora pueden verse en peligro por el desafío de Abás a Estados Unidos en la ONU.