Han pasado ocho años, pero el clamor por los 43 normalistas de Ayotzinapa sigue vigente, pues sus padres, otras víctimas de su desaparición, no han quitado el dedo del renglón en la búsqueda de justicia.
La Ciudad de México, el corazón de la República y la sede de los Poderes de la Unión, vio ayer a miles marchar por estos y otros miles de desaparecidos, muchos de ellos en tumbas sin nombre y cuya ausencia no da descanso a sus familias.
Del Ángel al Zócalo, los gritos de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, resuenan como exigencia y consigna, pese a la poca esperanza de hallarlos con vida.
No faltan las pintas, los desmanes y los enfrentamientos con la Policía, pero son apenas 70 encapuchados, una gota de agua en un mar de siete mil personas exigiendo la verdad sobre el caso.
Al final, llegan al Zócalo, donde Palacio Nacional se encuentra rodeado de vallas y policías, pero más que enfrentamientos, la gente escucha a los padres hablar de lo que han perdido y su incesante lucha.
Ocho años de la desaparición, ocho años sin justicia.
LEG