Hablar de abusos y explotación cuando tu hijo presume una colección de autos de lujo, cuando posees mansiones y te paseas por los mejores hoteles y restaurantes del mundo, es bastante absurdo. Y sí, así se las gasta Napoleón Gómez Urrutia, quien hace poco se dijo consternado por el capitalismo salvaje y por las nuevas formas de esclavitud y explotación.

Esas palabras no son más que una farsa cuando vienen de quien nunca ha trabajado en una mina y se dice minero, cuando son dichas por quien se apropió del Sindicato Minero con mentiras y mañas, y por quien lo degradó de ser un sindicato fuerte y con valores a una empresa familiar que solo se dedica a lucrar con el trabajo ajeno.

Sin duda, la explotación laboral es un tema delicado que requiere importancia y no como la utiliza Napillo, de forma falsa y con fines de propaganda política o social. Gómez Urrutia no solo ha vivido de la minería sin mover un dedo, sino que su lucro rebasa todo límite: se atrevió a robarle 55 millones de dólares a más de 11 mil mineros de Cananea, dinero que ocuparían para sobrellevar su vejez y para lograr una mejor vida para sus familias.

¿Qué acaso eso no es explotación? ¿Qué no es un abuso el negarse a pagarlos y por el contrario vivir como millonario y derrocharlos? Por supuesto que lo es y no solo explotación, sino abuso y burla a los compañeros de Cananea y a todo los trabajadores.

¿Qué no es una nueva manera de esclavitud el cobrar las cuotas sindicales más altas de todo el sector y vivir de ellas? Claro que lo es, desde que se apropió del sindicato en 2002, Napillo subió sin vergüenza las cuotas sindicales, recursos que él y su familia usan sin límite.

Napillo tiene doctorado en explotación y nuevas maneras de esclavitud, y no exagero, este personaje tiene especial gusto por jugar con el empleo de miles de mineros, estalla huelgas con el único fin de exprimir de manera económica a cuanta empresa pueda, dejando vulnerable no solo al sector, sino limitando la posible creación de fuentes de empleo, por este hecho ha sido denunciado en repetidas ocasiones.

La semana pasada, Gómez Urrutia también se quejó de que en México hay miles de personas realizando trabajos forzosos, pero, ¿qué hay de los trabajadores que son obligados a punta de amenazas a votar por un sindicato? ¿Eso sí es válido para el senador de Morena? Porque eso es lo que está pasando en la mina de Tayahua y curiosamente la organización señalada de esos abusos es la de él.

Ahí se está viviendo un auténtico caso de abuso por parte de Napillo y la empresa Ocampo Mining. Los trabajadores de la sección 261 fueron violentados de su derecho a la libre sindicalización al obligarlos a pertenecer al sindicato de Napillo, de lo contrario los corren, por si fuera poco a esta amenaza se le está sumando el presidente municipal de Concepción del Oro, José Luis Martínez López, quien sin tener autoridad laboral está replicando las prácticas poco éticas de la minera.

¿Qué en esos casos no existe la explotación, no hay abuso de poder, no se viola la libertad sindical, no se violentan los derechos humanos y laborales? O será que, cuando él las comete no pasa nada o por obra de magia se convierten en prácticas legales.

Que no sea cínico este señor, abusos son los que él ha cometido, mejor que se deje de cuentos y que dé fecha de cuando acatará los laudos emitidos por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y regrese los 55 millones de dólares que le robó a sus representados.

 

       @CarlosPavonC