Vaya que se enojó el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando la semana pasada la firma Moody’s Analytics anunciaba una depreciación inminente del peso frente al dólar.
Claro que es un poco una charlatanería dar por inminente un mal episodio cambiario para la moneda mexicana y más del 20% como lo decía esta firma, salvo que sepan algo que los demás no tengan ni idea.
Entre los factores externos hay muchos que pueden implicar una turbulencia financiera global, pero ninguno es predecible, como no lo fue la pandemia o la invasión rusa a Ucrania.
Pero entre los factores internos hay algunos que podrían ser riesgos de mediano plazo como un eventual desequilibrio fiscal o un desaseado proceso electoral.
Pero hay uno que pende en estos momentos sobre el ánimo de los mercados mexicanos y que en cualquier momento podría desatar un mal episodio para el peso y con paridad cambiaria estaría en juego también el resto de la economía mexicana.
Ha quedado en el olvido, pero México mantiene un importante diferendo comercial con Estados Unidos y Canadá por la manera diferenciada con la que se trata a las empresas energéticas de estos dos países.
El Gobierno de Washington decidió llevar el caso a los mecanismos de solución de controversias del acuerdo comercial que tienen los tres países.
Una primera instancia hablaba de pláticas amistosas para tratar de llegar a un acuerdo que evitara la siguiente fase que ya involucra represalias comerciales.
Se cumplió el plazo de esas pláticas y lo que obtuvo el Gobierno de Joe Biden fue un cambio de los representantes comerciales de México y la aparición de personajes claramente identificados en el ala más dura del régimen mexicano.
No hay, hasta ahora, una decisión tomada por parte de la oficina comercial del gobierno estadounidense, que está a cargo de Katherine Tai, lo que no significa que no estén cerca de anunciar su decisión.
Podríamos estar en la antesala del milagro de la reconsideración de las políticas más retrógradas de la 4T y respetar los derechos de las empresas privadas, tal como lo establecen la Constitución de México y el acuerdo comercial trilateral, el T-MEC.
Es difícil que López Obrador dé marcha atrás a una medida, por más negativo que haya sido su resultado. Y mucho menos si se trata del sector energético que ha usado de bandera durante toda su carrera política.
Podría ser una reconsideración que se acompañe de alguna medida eufemística que le permita una salida política a López Obrador.
O, de plano, que Estados Unidos haga efectivo su derecho a establecer un panel que derive en sanciones económicas para México.
Si ese llegara a ser el caso, entonces sí habría reacciones importantes en los mercados y una de ellas sería una presión adicional al tipo de cambio, por las pérdidas comerciales que implicaría compensar el monto reclamado por Estados Unidos como daño a sus empresas energéticas.
De ahí en fuera, no hay en el horizonte otra posibilidad real de que sea inminente una depreciación del peso como la que venden estos analistas en los mercados.
@campossuarez