Los elevados niveles de inflación y la pobreza extrema han incidido en el incremento de la inseguridad alimentaria y el hambre en América Latina, señaló un informe realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
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Si bien el crecimiento del hambre en la región se ha observado desde 2014, entre 2019 y 2021 su prevalencia aumentó 1.9 puntos porcentuales y alcanzó a 8.6% de la población. Esto significó un incremento considerable en tan sólo tres años, pues entre 2014 y 2019, el aumento fue de 0.9 puntos porcentuales.
“El número de personas en la región que padecen hambre aumentó en 13.2 millones, hasta llegar a 56.5 millones de personas”, se detalla en el reporte, donde también participó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En los países de América Latina y El Caribe, la inflación de productos alimenticios rebasó a la inflación general, pues en julio de 2022 el índice de precios al consumidor de alimentos y bebidas en la región alcanzó 12.4%, mientras que el indicador general se ubicó en 8.4%.
Aunque entre agosto y septiembre ambos indicadores descendieron, el dato de la inflación de alimentos ha desacelerado en menor medida.
En el caso de México, la inflación general en octubre se ubicó en 8.41%, pero los rubros relacionados con productos alimenticios estuvieron por arriba del indicador general: la inflación en alimentos procesados y bebidas llegó a 13.94%, los precios de frutas y verduras crecieron 12.63% y los de los pecuarios 15.61%.
“Este comportamiento en la inflación de alimentos agudiza el riesgo de problemas de acceso a una dieta saludable, inseguridad alimentaria y hambre porque afecta más a los hogares de menores ingresos”, acotó José Manuel Salazar, secretario ejecutivo de la Cepal, durante la presentación del informe.
En un principio, la presión inflacionaria fue inducida por las irrupciones en las cadenas de suministro que causaron las restricciones por la pandemia, pero el surgimiento de la guerra en Ucrania provocó más rupturas en las cadenas productivas clave, como lo son las energías y los fertilizantes.
“Aunque la producción mundial de granos sigue en un nivel adecuado para responder a la demanda, el incremento de los precios de los insumos y el transporte y las restricciones logísticas para acceder a la producción redundan en que los alimentos cuesten mucho más. En consecuencia, los consumidores enfrentan restricciones de acceso, pero no de disponibilidad de los alimentos”, se puntualiza en el documento.
La Cepal prevé para 2022 un aumento de la pobreza extrema –cuando el ingreso es insuficiente para cubrir el costo de una canasta básica de alimento–, en especial en las zonas rurales, asociadas a menores ingresos económicos.
“La Cepal estima que la incidencia de la pobreza extrema en América Latina y el Caribe aumentaría 0.2 puntos porcentuales en 2022. Esto representa un incremento de 1.8 millones de personas, con lo que la pobreza extrema podría alcanzar un total de 81.8 millones de personas”, según el análisis.
Los autores del reporte prevén para este año un alza de 0.7 puntos porcentuales de pobreza extrema en zonas rurales, para llegar a una incidencia de 21.9%, y un aumento de 0.1 puntos porcentuales en las zonas urbanas para ubicarse en 11%.
Salazar explicó que mucha de la pobreza rural se vincula con la actividad de la agricultura familiar que, pese al aumento en los precios de alimentos, los agricultores no se han beneficiado porque de manera simultánea se han enfrentado al encarecimiento de fertilizantes debido a la guerra en Ucrania, principal proveedor del insumo para la región.
LEG