José Ureña
 

El Senado y Ricardo Monreal se encuentran en una encrucijada.

Trascienden con honores en defensa de la Constitución, del voto popular, de la democracia, del Instituto Nacional Electoral (INE) y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

O por el contrario, los senadores del oficialismo se someten al Poder Ejecutivo como lo hicieron las bancadas oficialistas en la Cámara de Diputados comandadas por Ignacio Mier.

Allá no hubo pudor.

Nunca en la historia se había visto aprobar una iniciativa apenas llegada, sin conocer su contenido, con tres proyectos distintos presentados con carátulas pero sin contenidos.

Al final, cuando se vieron descubiertos el Gobierno y sus partidos, Andrés Manuel López Obrador debió de reconocer las aberraciones, catalogadas por él como duendes, al estilo de redacciones periodísticas.

El jefe del control político del Senado, Ricardo Monreal, las definió de conformidad con su ejercicio profesional y las llamó inconsistencias o abiertas violaciones a la Constitución.

Por cortesía política, explicó ayer, acudió con Adán Augusto López -su único enlace con Palacio Nacional-, para encontrar salidas para el bodrio de 457 artículos de distintas leyes.

Fue inútil: el secretario de Gobernación sólo aceptó estudiar seis de las 21 inconsistencias documentadas y aun así Morena y sus fardos pretenden llevarlo al pleno este martes.

LIBERTAD A CORCHOLATAS

Hay temas no abordados en los medios.

Uno es forma y será parte de la controversia de la dupla priista Alejandro Moreno-Rubén Moreira: violación del artículo constitucional 65 porque no se estudió ni se discutió la iniciativa.

Otro es el retraso del inicio del llamado año electoral: desde hace 32 años éste inicia en septiembre previo, pero se pretende llevarlo hasta noviembre supuestamente para acortar tiempos y gastos.

La intención es evidente: permitir a las corcholatas de López Obrador continuar en abierta campaña desde cargos públicos sin la exigencia de renunciar antes de los seis meses exigidos por la Constitución.

La pinza se cierra con otro elemento: no habrá organismo sancionador porque el oficialismo pretende aniquilar la comisión responsable de vigilar, dar seguimiento y sancionar actos prematuros de proselitismo.

Hay muchas más intenciones ocultas, pero este espacio es finito.

DISYUNTIVA DE MONREAL

En esta ruleta de confusiones aparece Ricardo Monreal.

Es lejano a Palacio Nacional y al morenismo, pese a aprobar todas las iniciativas, pero ha mantenido su liderazgo y desde el Senado sirve de contrapeso para salvaguardar los ordenamientos constitucionales.

Esta vez creó expectativas porque ofreció no apresurar la votación de la minuta -el anglicismo fast track- y ayer la oposición denunció no ser escuchada y menos incorporados sus puntos de vista.

Hoy se sabrá si el zacatecano se metió en un problema más o si, solucionado favorablemente, sale fortalecido en víspera de terminar el período ordinario de sesiones.

Su voto es esperado: del lado del Gobierno para conservarlo o de la oposición para abrirle un espacio rumbo al 2024.

LEG

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