Fue llamado como el error de octubre porque era mucho más que la cancelación de la construcción de un aeropuerto que llevaba un avance del 40%.
Se trataba de una muestra de poder que marcaría el inicio de un sexenio sabático para la razón y el sentido común. Fue la evidencia, desde antes del inicio del Gobierno, de que ya no habría más voluntad que la de Andrés Manuel López Obrador, al costo que fuera.
El daño mayor de la cancelación del Aeropuerto Internacional de Texcoco fue a la confianza de los inversionistas, nacionales o extranjeros y de cualquier tamaño. Se puede medir el impacto en los niveles de inversión fija bruta o hasta en el desempeño del Producto Interno Bruto.
Y también se puede medir el fracaso de parchar una terminal aérea militar tan lejana con lo inoperante que hoy es el llamado Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
Vamos, ni López Obrador ha usado una sola vez ese elefante blanco, ni siquiera él que tiene guardias presidenciales que le abren el paso en todas las calles y le ponen en verde todos los semáforos.
Las empresas de aviación comercial han hecho intentos conciliadores, poco rentables, de establecer vuelos desde el AIFA para quedar bien con el Presidente y no desatar una reacción arbitraria en su contra.
Pero ese aeropuerto es inviable para ser elegible por causas de mercado y hasta ahora ha fracasado, tal como se temía que ocurriera con una terminal aérea que nunca tuvo proyecto ejecutivo, diseño de rutas aéreas, estudios de mercado ni proyecciones de viabilidad financiera.
Se habrán tirado ya cientos de miles de millones de pesos en la cancelación del nuevo aeropuerto viable para construir la terminal del capricho presidencial y no funcionó. Pero el Presidente no para ahí.
Ayer mismo el propio López Obrador confesó que será a cualquier costo que obligue a las líneas aéreas comerciales a que usen su aeropuerto.
La primera, es cerrando posiciones para las aerolíneas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para que se vean obligadas a volar desde el AIFA. De hecho, el régimen ya dio un primer apretón con la reducción de los llamados slots, pero los pasajeros prefieren esperar un vuelo desde la Ciudad de México y a precios más caros.
La segunda, es usar más, muchos más recursos públicos para que las fuerzas armadas operen una línea aérea comercial subsidiada que tenga como gracia usar el AIFA.
Y la tercera, sería el nuevo error de diciembre, si es que se implementa en estos días la autoritaria disposición de permitir a las líneas aéreas extranjeras operar rutas nacionales. Lo que ya se ha popularizado estos días como cabotaje.
Es la semilla que amenaza con depredar el mercado y aniquilar a las líneas aéreas nacionales con tal de que un vuelo de Cubana de Aviación cubra la ruta AIFA-Cancún-La Habana.
El cabotaje, lo dijo claramente López Obrador, lo están dejando al final para “convencer” a las líneas aéreas que usen esa central avionera que nadie quiere usar, ni siquiera su propio creador. Si no aceptan por las buenas, este plan autoritario es plan B para tratar de dar vida al AIFA, al precio que sea.
@campossuarez