Molly llegó a casa una tarde fría y lluviosa del 27 de octubre del 2019; desde nuestro primer contacto parecía que ya nos conocíamos, abrí la puerta del auto y ella saltó encima de mí, lamió mi cara. Yo estaba sorprendida, nunca la había visto pero esa familiaridad era única, pregunté pero nadie la reclamó, así que la metí a casa y saludó con gusto a las que serían sus nuevas hermanas.
Pronto me di cuenta de que no estaba bien, apenas pesaba 14 kilos, se le caía el pelo por montones, los codos y dedos de las patas le sangraban, tenía una evidente infección en la piel, los dientes delanteros tan desgastados que sobresalían apenas de la encía, le daba terror la lluvia y mucho más los truenos, no sabía socializar con otros perros que encontrábamos en el camino, pero con sus hermanas kuki y dixy siempre fue amable.
La comencé a vitaminar y a curar sus heridas, no sólo físicas, también de su mente y corazón, tenía pesadillas, lloraba y temblaba dormida. Quien preguntaba por ella para adoptarla, en cuanto sabían que ya la había esterilizado se retractaban. Así que sin pensarlo más, decidimos que Molly se quedaba y, bendita decisión, ella me curó a mí, pasé por momentos de salud muy complicados, hospitales, curaciones, consultas, más curaciones y ella siempre estaba ahí, detrás de mi puerta esperando el momento del día en que la dejarían pasar a verme, a mí me daba tranquilidad saber que estaba ahí, escuchaba su respiración y cómo tocaba mi puerta esperando que le abriera, a veces se desesperaba y aullaba.
Al inicio del 2020 notábamos que sus patas seguían inflamadas a pesar de que ya no tenía heridas abiertas, le dolía caminar, jugar a la pelota ya era doloroso; la llevamos al hospital de las pequeñas y medianas especies de la UNAM que se ubica en Cuautitlán, ahí la mala noticia llegó, en algún momento ambas patas habían sido fracturadas, a la misma altura, quizá por un golpe con un tubo, muchos lugares que se dedican a la crianza de perros tienden a hacer este tipo de atrocidades para volverlas dóciles al quitarles a sus crías, por lo que concluimos que era muy posible que eso le hubieran hecho a Molly.
Tenía unos clavos cruzados que le habían arruinado las articulaciones de ambas patas, por lo que la llevamos con un veterinario ortopedista quien decidió operarla de ambas patas, pero pasaron los meses y todo seguía igual.
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Solicitamos una segunda opinión, ahora en CASA LUNA, en Azcapotzalco, supuesta veterinaria reconocida. Cuando le tomaron placas de rayos X se veía que realmente el otro ortopedista no le había hecho mucho, sólo retiró 2 clavos de cada pata. Ahí le operaron la pata derecha, le pusieron una supuesta placa de titanio que en pocos meses se rompió, tuvieron que quitársela y únicamente le dejaron clavos, los cuales tampoco solucionaban el problema, la pata se veía cada vez peor.
Con la pandemia la atención de Molly se volvió más complicada y solicitamos una tercera opinión, ahora en el hospital veterinario de Ciudad Universitaria, la única opción que dieron era amputarle ambas patas y ponerle unas rueditas en los muñones. No acepté.
En la clínica Klev le hicieron una serie de estudios, pruebas y revisiones, la amputación era un tema impensable. El veterinario tratante ha concluido que la artrodesis es la mejor opción y consiste en poner una placa de titanio fijando ambos huesos y eliminando la articulación dañada, de esta manera, aunque Molly ya no podrá doblar la extremidad, sí caminará por el parque como tanto le gusta.
Necesitará una silla de ruedas provisional para su recuperación, vitaminas, aminoácidos y condroprotectores, el costo aproximado de la operación de la primera pata es de $19,000 pesos, ya que la placa que se le pondrá tiene que ser de muy buena calidad para que no se rompa, más los gastos de terapias y medicamentos que en este momento me es imposible cubrir.
Por ello recurro a las personas que aman a los seres vivos, para ofrecer a Molly una segunda oportunidad, sin sufrimientos y con la calidad de vida que su fidelidad y nobleza merecen
La cuenta clabe a la que pueden ayudarnos con sus aportaciones 072180002395425466 a nombre de Daniela Escobar, banco BANORTE. Mayores informes al 55 3755 3032.
Recuerden que de peso en peso podemos hacer grandes cosas. A nombre de Molly y de toda mi familia les damos las gracias!!!